miércoles, 13 de octubre de 2010

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Piden testigos para la investigación del asesinato de Luis María Früm PDF Imprimir E-mail
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Villa Mercedes
Escrito por Redacción Crónica   
Martes, 12 de Octubre de 2010 06:14
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Familiares de Luis María Früm, docente de la FICES secuestrado y asesinado en 1976, cumplieron la semana pasada en Villa Mercedes con testimoniales y pruebas que aportaron al Juzgado Federal. Piden testigos que puedan colaborar con la investigación. 
“A quienes hayan visto o escuchado algo sobre el hecho ocurrido en la madrugada del 19 de junio de 1976 en Villa Mercedes, les pedimos que brinden su aporte. A fin de año se vence el plazo para la presentación de testigos”, contó Claudia Früm, hija del profesor universitario.   
“Sabemos que a medida que va pasando el tiempo, aparecen testigos. La gente puede aportar lo que sabe porque lo vio o porque le contaron. Nosotros estuvimos hablando con los vecinos que aún están en el barrio donde vivíamos con mi papá y siempre hay algo que pueden ofrecer como información”, contó Claudia. 
La familia Früm vivía en 1976 en la vivienda de Montevideo 450. Allí un grupo de policías o militares llegaron para buscar a Luis María a las 2 de la mañana del 19 de junio de ese año. Lo secuestraron. La esposa, Pilar Elena, lo buscó toda la madrugada. Lo hallaron muerto a las 8, a 40 kilómetros de Villa Mercedes. 
Claudia tenía sólo 6 años entonces. Los recuerdos se mezclan con la reconstrucción que su familia intentó hacer de los hechos. “Estaba dormida cuando lo llevaron a mi papá. Me acuerdo que desperté y la casa estaba llena de policías”, contó. 
“Mi mamá fue a la comisaría para averiguar qué estaba pasando, hizo todas las presentaciones pero nunca se investigó nada, ni siquiera se siguieron los trámites que incluso en el proceso se hacían para estos casos. Lo que se pudo averiguar fue que en el barrio donde vivíamos había una zona liberada esa noche para un operativo, que fue el que se realizó para llevar a mi papá”, relató. 
“Hay un momento que me ha quedado en la memoria de esos hechos –comentó-. Luego de que velamos a mi papá y, a pedido de mis tíos, mi mamá nos llevó a vivir a Buenos Aires. Recuerdo que iba en el auto y mi mamá nos dijo que papá había fallecido. Yo les pregunté a mis hermanas qué era eso de fallecido”. 
Abandonada la casa, el operativo militar en la zona continuó con allanamientos en la vivienda de los Früm y excavaciones en el patio. “Nos enterábamos de todo eso por conocidos, no sé qué estaban buscando pero siguieron con las persecuciones, por eso mi mamá consideró que era más seguro irnos”. 
Claudia y su mamá vinieron la semana pasada para declarar ante la fiscal federal Mónica Spagnuolo, en la causa que investiga siete asesinatos y 21 hechos de secuestro y torturas, todos considerados delitos de lesa humanidad. 
“Hemos traído recortes de diarios de esa época porque el asesinato de mi padre salió en todos lados, no era algo que se ocultó, tomó estado público, pero nunca se investigó nada”, comentó Claudia. 
Luis María Früm era docente universitario y responsable de la cátedra Metodología de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico Sociales, donde el recuerdo y el homenaje son permanentes. Testigos Los familiares insistieron en el pedido de testigos. “Toda la gente que se acuerde de algo que pasó y esté relacionado con el asesinato puede aportar su testimonio a los abogados. Nosotros estuvimos en el barrio hablando con los vecinos y pegando carteles. Hay que tener en cuenta que uno puede declarar sin necesidad de ser testigo directo, sino también a través de algo que le hayan contado o se haya enterado por otros”. Los testigos pueden hacer su aporte llamando a los teléfonos  (02652) 440164. (02562) 420046, que son de los abogados Carlos Pereyra y Norberto Foresti. “Según nos han dicho el plazo para la presentación de testigos vence este año y el año que viene podría hacerse el juicio”, informó Claudia Früm, quien concluyó la entrevista con la radio de la FICES con pensamiento conmovedor: “En nuestros recuerdos hay espacios vacíos, no existe un solo día en mi vida que no piense en mi papá y en esas cosas que pasaron. Lo terrible es tener ese espacio vacío, de no saber qué pasó, quiénes fueron los que lo mataron…mientras no lo sepamos los condenados vamos a ser nosotros”.  

sábado, 9 de octubre de 2010

8-10-2010 periodistas en la red.

http://www.periodistasenlared.info/octubre10-08/nota1.html
Crimenes de lesa humanidad

Hoy declaran familiares de Luis María Frum, asesinado por la dictadura

San Luis (Pelr) 08-10-10. Claudia y su familia estaban durmiendo cuando alguien tocó el timbre de su casa en Villa Mercedes y su padre, Luis María Frum, salió a atender. Su madre, Pilar, quedó esperando en la cama el regreso de su marido, al que nunca más volvió a ver con vida. Encontraron su cadáver al otro día tirado a 40 kilómetros. Ayer volvieron a la ciudad de la que debieron irse apenas finalizó el velorio. Hubo sensaciones encontradas, según contó, al recorrer aquel lugar en el que iba creciendo junto a sus cuatro hermanos y el terrorismo de Estado le quitó prácticamente todo lo que tenían. Luis María y Pilar eran docentes universitarios y daban clase allí en Mercedes. "Apenas terminó el velorio, nos fuimos llevándonos el cuerpo de papá". Ella tenía 6 años, su hermana mayor, 8 y el menor, apenas 2. Hoy en la mañana está citada a declarar, junto a su madre y su hermana, en la Justicia Federal donde se investigan los crímenes de los años de plomo en esta parte de la Argentina
Anoche, en diálogo con Periodistas en la red, Claudia dijo que confía en la justicia, pero reconoce que "es difícil" el trámite del juicio. Recuerda que en esos días su abuela estaba enferma en Buenos Aires y su padre solía ir a la casa de un vecino que vivía a algunas cuadras de su hogar, para recibir las llamadas telefónicas. "En esa época, eran pocos los que tenían teléfono", recuerda.
Cuando tocaron a la puerta de su casa de Montevideo 450, apenas habían pasado 20 minutos del 19 junio de 1976. Su padre salió en pijama y que no regresara enseguida, a su madre no la alarmó, ya que entendió que lo había venido a buscar su vecino y la demora era porque podía estar intentando comunicarse con Buenos Aires ante la posibilidad de una novedad con la salud de su suegra.
Pero a las cinco de la mañana, como Luis María no volvía, se incomodó y se fue a la casa de Baigorria, el amigo de su marido, como no lo encontró y no había pasado por allí, se dirige a la Comisaría a contar lo que había sucedido. Allí le recibieron la denuncia y la policía se sorprendió porque entendían que no debía haber pasado nada malo, ya que en la zona, presuntamente estaba resguardada, porque se había hecho un operativo, según le manifestaron. Pero justamente ese operativo había sido lo que al profesor le haría perder la vida. La de su casa, era una zona liberada.
"Yo era muy chiquita, recuerdo algunas cosas con detalles, pero otras no puedo", dijo anoche Claudia, quien relató que por lo que otras personas dijeron, a su padre lo habían torturado antes de matarlo. Apareció baleado, con las manos atadas con alambre y según le refieren, cuando estaba en el cajón, tenía marcas de golpes en la cara.
Ahora piensa que podrán sumarse testimonios de lo que ocurrió aquella noche y el día posterior. Confía que los testigos vayan aportando datos para poder esclarecer lo que las autoridades de aquel momento no se dignaron a investigar.
"El amigo que lo vistió para colocarlo en el cajón, debió ver si tenía marcas de torturas", señaló.
Le pide a "todas las personas que puedan saber algo de lo que ocurrió en aquella noche o hayan visto a mi padre en esas horas, por insignificante que pueda parecer su testimonio, que testifiquen" que hablen con la justicia. El crimen no debe quedar impune.
Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com


Un detalle de la foto que la APDH San Luis mantiene de las víctimas de la dictadura

"En la foto, el primero de la derecha", consigna para señalar a Luis María Frum en la galería de fotos que se expuso el 24 de marzo de 2009 en la Plaza Pringles.

La Iglesia Catedral de Fondo para esa galería de la memoria de las víctimas del genocidio en San Lui

lunes, 13 de septiembre de 2010

Algunos trazos sobre la Reconceptualización en Argentina. Reflexiones sobre su proyección en la contemporaneidad profesional



II ENCUENTRO:
“ENSEÑAR HISTORIA... Y HACER HISTORIA.
Enseñanza – Aprendizaje de la Historia del Trabajo Social”.
Departamento en Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de San Juan. Abril de 2005


Algunos trazos sobre la Reconceptualización en Argentina.
Reflexiones sobre su proyección en la contemporaneidad profesional

María Virginia Siede[1]

"El inicio de la elaboración crítica es la conciencia de aquello que somos realmente, o sea, un `conócete a ti mismo' como producto del proceso histórico hasta hoy desarrollado, que dejó en ti una infinidad de trazos recibidos sin beneficio de inventario. Se debe hacer, inicialmente, este inventario" (Gramsci, 1989:12)

Introducción

El trabajo que aquí presentamos es el resultado de un estudio centrado en un momento específico de la historia de nuestra profesión, conocido como Reconceptualización y que se extendió desde mediados de la década del 60 hasta mediados de la década del 70[2].

Partimos del presupuesto de que el Movimiento de Reconceptualización, fenómeno de expresión en varios países latinoamericanos, asumió en cada país particularidades definidas por sus propias realidades nacionales. Una primera mirada superficial señala como esa década tuvo configuraciones diferentes en cuanto a los escenarios políticos y sociales en cada país. Brasil, por ejemplo, sufrió durante gran parte de esa década, el período más crudo de represión de la dictadura militar, mientras que en Argentina se sucedieron diversos gobiernos militares y democráticos.

¿En estos escenarios diferentes cuáles fueron las particularidades que asumió en Movimiento de Reconceptualización en Argentina? ¿Cuál es el significado social de la profesión en ese contexto? ¿Cuáles fueron las tendencias presentes en el debate profesional en ese período?

La escasa producción nacional referida al Movimiento de Reconceptualización masivamente difundida en el ámbito profesional argentino, no centra su interés en las particularidades que adquirió el fenómeno específicamente en nuestro país sino que enmarca los análisis en la expresión continental del referido movimiento[3]. Los análisis a los que hacemos referencia fueron realizados por colegas con un marcado protagonismo en el momento histórico estudiado. Tales estudios, realizados en su mayoría poco tiempo después de la fecha consensuada como de finalización del Movimiento (mediados de la década del 70)[4], asumen, desde nuestra evaluación, características singulares que, en un afán de autocrítica histórica, dejan de lado o minimizan la justa valoración del hito construido por estos colegas. Creemos que el aporte analítico realizado por otra generación no involucrada en el protagonismo del Movimiento y a la luz de una formación cualitativamente diferente servirá para rescatar nuevos aportes del Movimiento de Reconceptualización, buscando señalar las particularidades de la expresión del fenómeno en nuestro país. 

Intentar reconstruir las características de este Movimiento en la Argentina, requiere, a nuestro entender poder analizar las particularidades del momento histórico que atravesó el país en cuyo marco se inserta la profesión. Entendemos que la falta de conocimiento y análisis del momento histórico que nos proponemos estudiar ha contribuido a la construcción de una lectura mitológica de la Reconceptualización que pierde las dimensiones históricas que la han determinado y que imposibilitan las explicación de su génesis y fundamentos.

Es posible cuestionarse sobre las posibilidades de éxito de una búsqueda de la particularidad argentina en un fenómeno que revistió características continentales. ¿Cómo “aislar” lo argentino en el marco de la Reconceptualización en América Latina? ¿Es posible diferenciar enfoques, fundamentos teóricos y mutuas influencias entre las discusiones que se daban en forma interrelacionada entre colegas de los diversos países?

Sabemos de las limitaciones que el estudio puede tener en este sentido, sin embargo partimos de entender que buscar las particularidades que adquiere este fenómeno en nuestro país no significa la búsqueda de originalidades sólo presentes en el debate en Argentina. Desvendar las particularidades asumidas por la Reconceptualización en Argentina, significa buscar cuales son las determinaciones históricas, políticas, sociales económicas y culturales, estás sí, particulares de la Argentina que determinan un tipo de procesamiento diferente de estas discusiones presentes en partes del colectivo profesional latinoamericano[5].

Historia del Trabajo Social. Lecturas y perspectivas


El estudio de la Historia del Trabajo Social en América Latina en general y en Argentina en particular se constituye como tema de interés para la profesión a partir de la década del 60[6]. Este interés se encuentra estrechamente vinculado con el proceso histórico presente en la categoría profesional en ese período y que se conoce dentro del ámbito profesional como Movimiento de Reconceptualización. Al mismo tiempo, el análisis de la historia se ha constituido en contenido curricular de las disciplinas introductorias que se dictan generalmente en el primer año de la formación profesional. El material bibliográfico utilizado para tal fin se constituye en algunos estudios que analizan en forma general esta historia en el contexto de América Latina,[7] la mayoría de ellos, sin profundizar las particularidades de estos procesos en la Argentina.

En términos generales y considerando la clasificación realizado por Montaño (1998) podemos distinguir lo que este autor define como dos tesis que sustentan las reflexiones sobre la historia de la profesión a nivel latinoamericano. La primera, que el autor denomina endogenista está identificada en las obras - a esta altura consideradas clásicas sobre la historia de la profesión- (Ander Egg, Alayón, Barreix y Kisnerman[8]); y cuya característica es la lectura de la profesión y de sus transformaciones históricas a partir de sí misma, o sea, la historia de la profesión se explica en sí misma por una serie de avances y retrocesos que se relacionan, fundamentalmente con la voluntad de sus propios agentes y con las aspiraciones personales de figuras consideradas emblemáticas, paradigmáticas y que consiguen establecer cambios en los rumbos profesionales a partir de sus aportes específicos.

 La segunda tesis delimitada por Montaño es la que se fundamenta en una perspectiva histórico-crítica y que el autor identifica con los aportes realizados por Marilda Iamamoto, José Paulo Netto, María Lúcia Martinelli, Manuel Manrique Castro. Esta vertiente de trabajo entiende que no es posible explicar la profesión a partir de sí misma, sino que es necesario analizarla en las determinaciones sociales, políticas, económicas y culturales propias de las sociedades en las cuales la profesión se desarrolla. En este sentido, se entiende a la profesión como una especialización en la división social y técnica del trabajo y que se explica y adquiere sentido en el marco de las relaciones entre las clases fundamentales dentro de una sociedad capitalista.

Tomamos para nuestro análisis inicial las obras más difundidas en nuestro país, escritas por colegas argentinos[9], destacando que encontramos entre esta bibliografía ejemplos de la primer vertiente delimitada por Montaño.

Si centramos la mirada en la reflexión sobre la historia del Trabajo Social, específicamente en la Argentina, existen dos estudios ampliamente difundidos. El primero realizado por Norberto Alayón a finales de la década del 70, titulado Hacia la historia del Trabajo Social en la Argentina[10].; y el más reciente de Gustavo Parra, Trabajo Social y Antimodernidad. Orígenes y expansión del Trabajo Social Argentino. Ambos estudios tratan, de diferentes formas, sobre el proceso de institucionalización de la profesión en nuestro país dejando fuera al periodo que nos compete.

Es posible observar que, hasta la aparición del estudio de Parra, las lecturas históricas sobre la profesión sea a nivel latinoamericano, sea a nivel argentino, realizada por colegas argentinos, presentan el déficit, ya señalado por Manuel Manrique Castro cuando critica esta presentación de la historia profesional, considerando que este tipo de análisis presenta un fuerte componente de análisis endógeno en la explicación que realizan de la historia del Trabajo Social, buscando entender a partir de determinaciones internas a la profesión (o en el mejor de los casos, en las relaciones de subordinación o incorporación con otras disciplinas de las ciencias sociales) los procesos por los cuales atraviesa la profesión a lo largo de la historia de su constitución y afianzamiento en nuestro continente.

Buscando entender la historia del desarrollo de la profesión enfatizando la vinculación con los determinantes estructurales en las cuales esta se inserta, Manrique Castro (1982:32) afirma que "El Trabajo Social - como cualquier otra actividad profesional - no tiene la facultad de autodeterminarse ni de, por si mismo, fijar los efectos cualitativos de su práctica. Las prácticas profesionales, cualquiera sean, tienen que ser insertas en el movimiento general de las relaciones entre las clases y visualizadas como expresión de sus intereses, organizando respuestas distintas a la contradicción que existe entre ellas”.

La relación entre proyectos societarios y proyectos profesionales


La perspectiva teórica que trabaja la historia profesional desvinculada de las determinaciones históricas que la explican, ha fortalecido aquellas concepciones endógenas y etapistas de la historia profesional donde las diversas transformaciones al interior de la profesión adquieren sentido a partir de la participación destacada de algunas personas consideradas emblemáticas o donde las modificaciones son entendidas como cambios “naturales” en la tendencia, también naturalizada del devenir profesional.

El Trabajo Social como cualquier otra profesión sólo se explica y adquiere sentido en el marco de las relaciones sociales en cuales encuentra el espacio socio ocupacional para ejercer su actividad. Y estas relaciones sociales, en el marco de una sociedad capitalista como la nuestra están determinadas prioritariamente  por las relaciones conflictivas que se establecen entre las clases sociales fundamentales en el acto de producción y reproducción en sus dimensiones material y simbólica.

“Los proyectos societarios son proyectos colectivos, pero su trazo peculiar reside en el hecho de que se constituyen en proyectos macroscópicos, en propuestas para el conjunto de la sociedad. (...) En sociedades como la nuestra, los proyectos societarios son, simultáneamente, proyectos de clase...” (Netto, 1999:94)

La existencia de estos proyectos societarios en pugna no significa que todos tengan igual validez ni preponderancia en la sociedad capitalista, existe un proyecto societario hegemónico que es aquel vinculado a las clases dominantes y al cual se oponen, aún cuando a veces sea de forma fragmentaria o episódica, proyectos societarios vinculados a los intereses de las clases subalternas.

Del mismo modo como no es posible entender la sociedad capitalista como un todo homogéneo articulado por un único proyecto societario, tampoco el posible entender a la profesión de Trabajo Social, ni a cualquier otra, como un todo homogéneo y articulado que adhiere a un mismo proyecto societario y que participa de una comunión absoluta en torno a las concepciones sobre sí, sus objetivos, etc. Diversas concepciones de profesión y de sociedad dan sustento a diversos grupos de profesionales cuyos proyectos están, indefectiblemente, en lucha al interior del colectivo profesional.

“Los proyectos profesionales presentan la auto imagen de una profesión, eligen los valores que la legitiman socialmente, delimitan y priorizan sus objetivos y funciones, formulan los requisitos (teóricos, institucionales y prácticos) para su ejercicio, prescriben normas para el comportamiento de los profesionales y establecen las balizas de su relación con los usuarios de sus servicios, con las otras profesiones y con las organizaciones e instituciones sociales, privadas y públicas (entre estas también y fundamentalmente el Estado, al cual le cupo, históricamente, el reconocimiento jurídico de los estatutos profesionales). (Netto, 1999:95)

Trayendo estas reflexiones para nuestro estudio, históricamente sectores de la profesión han construido y sostenido proyectos profesionales en concordancia con los diversos proyectos societarios y algo que caracteriza nuestro periodo histórico en estudio es la puesta en evidencia para el propio colectivo profesional de las divergencias en torno a los proyectos socio profesionales vigentes, aún cuando, fundamentalmente en los primeros años, existía una prédica recurrente en la búsqueda de una homogeneización en el colectivo profesional.

Si como sostiene Parra, la profesión en nuestro país se institucionaliza en el marco de la predominancia de dos matrices (la racional-higienista y la doctrinaria) el periodo histórico que es el eje de este estudio, pone en evidencia los compromisos socio políticos de los proyectos profesionales vigentes desde la institucionalización de la profesión con el conservadurismo y postula la emergencia de nuevos proyectos socio profesionales en concordancia con otros proyectos societarios presentes en la sociedad argentina del momento.

Siguiendo esta línea de razonamiento, ¿podríamos afirmar que la Reconceptualización significó la emergencia de un proyecto socio profesional nuevo? Sin lugar a dudas la respuesta es negativa. Afirmar lo antes dicho sería homogeneizar dentro de la Reconceptualización, perspectivas, ideales, fundamentaciones teóricas y político ideológicas que no son homogéneas. Entretanto, sí es posible afirmar que entendiendo la Reconceptualización en su dimensión de movimiento, diversos proyectos profesionales fueron inicializados en sus filas.

De tal modo que, aún cuando mantengamos como denominación para este periodo histórico de la profesión en Argentina la denominación de Reconceptualización, partimos de entender que si hay algo marcante del periodo es la heterogeneidad de tendencias y de proyectos profesionales presentes en el Trabajo Social del momento y que, entendemos por primera vez, son desvendados abiertamente en la lucha interna por alcanzar su hegemonía al interior del colectivo profesional.

Estas reflexiones nos llevan al punto de llegada de nuestra investigación. Qué fue el Movimiento de Reconceptualización en Argentina?

Entendemos que se trata del periodo histórico donde sectores de la profesión se propusieron, con distintas suertes, articular nuevos proyectos socio profesionales en concordancia con los proyectos societales en pugna en nuestro país. De tal forma que, no podemos afirmar, y hacerlo sería un grave error teórico, que todos los sectores que participaron de este momento histórico de la profesión, quisieran o propusieran, como en la superficialidad de los análisis a nivel latinoamericano parece, instituir la hegemonía de proyectos socio profesionales articulados con proyectos societales vinculados a las clases subalternas y mucho menos afirmar una fundamentación político ideológica de todos estos proyectos vinculados a una perspectiva crítica, próxima a la tradición marxista o con una perspectiva revolucionaria y anticapitalista.

Al contrario, a lo largo de la reconstrucción histórica realizada se evidencian las diversas tendencias (político ideológicas, teórico metodológicas) presentes en el Trabajo Social argentino del período y que en diversos momentos asumen para sí, la adjetivación de reconceptualizadores con presupuestos sumamente diversos y por momentos antagónicos. La fuerza de la Reconceptualización como divisoria de aguas de la discusión profesional estaba tan presente en el trabajo social del momento que hasta los sectores más conservadores de la profesión, se pronunciaron como formando parte del mismo.

En suma, la propia categoría Reconceptualización, merece ser analizada en sus determinaciones históricas y en consecuencia desvendar que si bien su expresión contiene algunos componentes de ruptura en relación al conservadurismo vigente de forma hegemónica en la profesión en Argentina hasta la década del 60, con el transcurso del tiempo,  y en la heterogeneidad de sus manifestaciones, la misma quedó reducida para ciertos sectores profesionales en la modernización conservadora que era descartada y superada por otros sectores profesionales.


Aproximaciones al debate profesional argentino en el marco de la Reconceptualización.

Como todo proceso, la Reconceptualización en Argentina atravesó diferentes momentos marcados por algunos hitos que dan la pauta de rupturas al interior de las discusiones sostenidas en el ámbito profesional en estrecha vinculación con las transformaciones que se sucedían en el ámbito nacional e internacional. De la multiplicidad de sucesos que pudimos reconstruir que ocurrieron en el debate profesional en este momento histórico, destacamos sólo algunos que nos sirven de fundamento para evidenciar la heterogeneidad de posturas y discusiones que atravesó a la profesión en las décadas de 60 y 70.

El primer momento que delimitamos para la presentación y análisis de las particularidades de este Movimiento en Argentina está localizado entre los años 1965 y 1968. Tres hechos son señalados por diversos autores (Barreix, 1971; Parra, 2002) como los fundantes del Movimiento de Reconceptualización en América Latina: la realización del 1° Seminario Regional de Servicio Social en la ciudad de Porto Alegre, Brasil; la reformulación del Plan de estudios de la Carrera de Servicio Social en la Universidad de la República en Montevideo Uruguay y la aparición del 1° número de la Revista Hoy en el Servicio Social, publicada por Barreix –Carrasco y Cía Editores en Buenos Aires, Argentina.

Centrando la mirada en la presencia argentina si bien se menciona el lanzamiento de la Revista Hoy en el Servicio Social, a finales de 1964 e inicios de 1965, su análisis nos remite a las determinaciones históricas presentes y que explican su emergencia en este momento, concretamente hacemos referencia al proyecto desarrollista como contexto nacional e internacional y a la función cumplida, al interior de algunos sectores de la profesión, por el Instituto de Servicio Social dependiente del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación y su relación, conflictiva por cierto, con los sectores profesionales que hegemonizaban las otras unidades académicas, tomando como ejemplos a la Escuela de Asistentes Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Escuela de Servicio Social dependiente del Museo Social Argentino (MSA). El análisis de estos primeros momentos requiere entender la compleja dinámica nacional presente en la década del 50 y sus desdoblamientos en relación a la profesión en el marco de la estrategia desarrollista.

El proceso de expansión del Trabajo Social argentino tuvo un punto de inflexión a finales de la década del 50 en el marco del proyecto desarrollista llevado adelante por el gobierno nacional en concordancia con los lineamientos de política para América Latina implementada por los Estados Unidos. En 1957, bajo la presidencia del General Pedro Eugenio Aramburu, el gobierno nacional solicitó asesoramiento técnico sobre la enseñanza de Servicio Social a la Administración de Asistencia Técnica de la Organización de Naciones Unidas. Según refiere Alayón (1980:220) en Octubre de ese año asumió esta función Valentina Maidagán de Ugarte, quien luego de evaluar algunos Planes de estudio se pronunció en un informe donde sostenía que la formación que se brindaba a los asistentes sociales estaba más centrada en aspectos teóricos y de disciplinas afines al Servicio Social y en menor proporción al adiestramiento práctico y con disciplinas propias de la profesión, recomendando una serie de modificaciones a ser implementadas por las unidades académicas tendientes a mejorar los niveles de la formación profesional

Con posterioridad a la asunción del nuevo gobierno democrático encabezado por Arturo Frondizi en 1959, Maidagán de Ugarte retomó sus actividades en Argentina y al verificar, según consigna Alayón (1980:223), que sus recomendaciones no habían sido totalmente implementadas en las Escuelas de Servicio Social existentes, desde el Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación a cargo de Héctor Noblía, se propició la creación de una Escuela de Servicio Social acorde a los lineamientos realizados por la experta chilena. En septiembre de 1959 se inauguró en la ciudad de Buenos Aires el Instituto de Servicio Social, bajo la dirección del Dr. Ricardo Tarsitano. La institución con sede en la calle Bolívar fue conocida también como el Instituto de Bolívar.

En concordancia con las propuestas políticas de la época era necesaria la calificación de profesionales que pudieran ser partícipes de la estrategia desarrollista que estaba siendo impulsada en todo el país. Sin duda esta es una de las razones por la cual el ingreso a este Instituto de Servicio Social presentó algunas peculiaridades en relación a las restantes unidades académicas. Un sistema de becas de estudio y manutención destinado a jóvenes del interior del país que quisieran formarse con el compromiso de retornar a sus lugares de origen para insertarse laboralmente da cuenta de la estrecha vinculación de la propuesta de este Instituto con los lineamientos de la política desarrollista implementada por el gobierno nacional.

Formar desde esta perspectiva requería capacitar a los estudiantes en investigación científica sobre los problemas sociales, y la consideración de diversos factores sociales, económicos, psicológicos de las situaciones que requieren la intervención profesional así como de los recursos que la Comunidad disponía al servicio de los sujetos que reciben la atención del profesional. El plan de Estudios implementado para la consecución de los objetivos propuestos presentó como novedad una gran cantidad de materias dedicadas a la discusión profesional entre las cuales vale la pena mencionar: Asistencia Social. Historia y Evolución y Métodos del Servicio Social (cuyo dictado estuvo inicialmente a cargo de la propia Maidagán de Ugarte); Servicios de asistencia y previsión en el país y Recursos de la Comunidad; Ética profesional; Investigaciones Sociales; Servicio Social Profesional de Casos Individuales; Servicio Social de Grupo; Organización de la Comunidad;  Organización y Administración de Servicios Sociales; así como materias destinadas a discutir el Servicio Social en diversos lugares de actuación profesional (Educación, Minoridad, Salud, Industria)

Si bien objetivamente la calidad de la formación brindada en el Instituto era superior en relación a las demás instituciones formadoras, en la medida en que estaban sustentadas en las concepciones dominantes de los organismos internacionales sobre Servicio Social, a tono con las propuestas gubernamentales y en diálogo abierto con otras disciplinas del área social, en rigor y analizado a la distancia, la superación operada por este Instituto radica en una suerte de conservadurismo modernizante que instrumentalizó a sus estudiantes en una cierta lectura crítica de la realidad y fundamentalmente en una visión profesional que supere la mera atención individualizada de situaciones problemáticas ampliando la concepción de abordaje de lo social a niveles más macro de la realidad. La fuerte impronta tecnicista que fundamentaba la formación del Instituto abrió paso para una de las primeras preocupaciones de estos jóvenes profesionales que radicaba en la necesidad de profesionalizar seriamente el trabajo asistencial, en diálogo con las ciencias sociales y superando la concepción caritativa y/o filantrópica de la acción social.

La misión de asesoría al Ministerio argentino de Maidagán de Ugarte finalizó en septiembre de 1960 dejando al Instituto en funciones y bajo los lineamientos elaborados por la experta chilena. Pero en 1963, la institución dependiente del Ministerio sufrió los abatares de la política nacional y en el marco de la asunción del Gobierno de Arturo Illia fue intervenida. En 1963 al asumir como interventora del Consejo Nacional de Asistencia Social, la Asistente Social María Catalina Trillo[11], destituye del cargo de Director al Dr. Tarsitano y designa en su lugar a la Asistente Social Beatriz C. Arcuri. La intervención no sólo significó un cambio en el cargo de Director sino que entregó el Instituto a los sectores más conservadores que venían siendo hegemónicos en otras unidades académicas, como es el caso de la Escuela de Asistentes Sociales de la Universidad de Buenos Aires. La intervención al Instituto de Bolívar se tradujo en cambios en el plantel docente y en la resistencia de algunos alumnos quienes tenían postura tomada en relación a los sectores profesionales más tradicionales. Si bien el Instituto de Bolívar continuo con sus actividades hasta 1969 cuando es cerrado definitivamente, la Intervención de Arcuri introdujo modificaciones sustantivas en la formación profesional que se brindaba hasta el momento, marcando, según el testimonio de sus egresados el ocaso de la institución.

Parte del grupo de estudiantes y graduados del Instituto Bolívar es el que inicia el emprendimiento editorial posteriormente conocido como Ecro y responsable de la edición de la Revista Hoy en el Servicio Social, cuyo primer número es reconocido por varios autores como uno de los hitos iniciáticos el Movimiento de Reconceptualización.

 Hoy en el Servicio Social: las primeras preocupaciones.


La Revista Hoy en el Servicio Social sale a la venta con su primer número correspondiente a Diciembre de 1964- Enero de 1965, bajo la figura legal de Barreix – Carrasco & Cía., y con Alberto Dufour como Director. Los orígenes del emprendimiento se remiten a la época en la cual como estudiantes Juan Barreix y Omar Carrasco se dedicaban a la trascripción de las clases recibidas en el Instituto de Bolívar para su difusión.

En la presentación de la revista, firmada por Alberto Dufour se enfatiza que “no es casual el nacimiento de “Hoy en el Servicio Social” como un instrumento de análisis y estudio sistemático de la problemática de nuestra profesión. Su aparición tiene lugar en un momento indiscutiblemente propicio para el Servicio Social. La lucha constante llevada a cabo por varias generaciones de profesionales para desarrollar y jerarquizar la profesión parece finalmente dar sus frutos. Nuevas escuelas se crean a lo largo y ancho del país; las que ya existen van aumentando año tras año el número de sus alumnos, al punto que sus aulas resultan insuficientes. Proliferan las reuniones nacionales y los congresos internacionales en donde el Servicio Social se coloca, por propia gravitación, a la par de las tradicionales profesiones jerarquizadas, para laborar en conjunto los mecanismos del Bienestar Social. (...) La lucha cotidiana de nuestra profesión, se desarrolla en dos diferentes frentes: influir activamente para incrementar la demanda de personal técnicamente capacitado, y en los campos de acción menos explorados, y el logro de una efectiva comunicación entre todos aquellos que hacemos y vivimos el Servicio Social como única manera de una continua evaluación y jerarquización de nuestras prestaciones. "Hoy en el Servicio Social" viene así a sumarse a esta lucha y a convertirse en el órgano de expresión de todos aquellos profesionales que a través de su tarea y comprobaciones quiera comunicarse y de esa manera propender al necesario acercamiento, que a no dudarlo, será la base de la verdadera y definitiva maduración de nuestra profesión.” (1964:1)

Es interesante destacar la expresión del primer editorial que destaca el proceso de expansión de la profesión en Argentina. Treinta y cinco años después de la creación de la primera institución formadora, al momento de lanzarse ese primer número de Hoy en el Servicio Social, el país contaba con por lo menos once instituciones formadoras de trabajadores sociales. Algunos centros que nucleaban a profesionales tendientes a conformar lo que luego serían los colegios y asociaciones profesionales[12].

Encontramos en el trabajo con los primeros números de esta revista, correspondientes a los años 1965 hasta 1968, algunos ejes que consideramos centrales y que fueron delineando una agenda de discusiones al interior de sectores del colectivo profesional que marcaron el momento.

El primero de estos ejes se vincula con la búsqueda, reclamo y reivindicación presente en estos escritos de la necesidad de una mayor y mejor fundamentación técnico científica de la profesión. Este interés vinculado íntimamente con la impronta modernizante recibida por estos jóvenes profesionales fue, paulatinamente, sufriendo un proceso de reformulación, en la medida en que comenzaron a establecer interlocución concreta con las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales de la realidad nacional, llevándolos a una lento y por momentos contradictorio, descubrimiento de la dimensión política de las intervenciones profesionales

El segundo de los ejes que rescatamos como fundamentales para encaminar las discusiones del momento está centrado en la lucha por la reglamentación legal del ejercicio profesional, que canalizó de alguna manera parte del enfrentamiento generacional en la dicotomía trabajadores sociales vs. Asistentes sociales y los debates en torno a la profesionalización de la acción social.

Finalmente, destacamos un tercer eje que se presenta en forma separada sólo a los fines analíticos pero que se desprende directamente de las discusiones contenidas en los dos anteriores y se relaciona con las reacciones que la emergencia de este grupo de profesionales provoca en los sectores más tradicionales del colectivo profesional de momento en nuestro país. A poco tiempo del lanzamiento de la revista ya comenzó parte de esta reacción que era expresión al interior del colectivo profesional de los sectores más conservadores de la sociedad argentina. En la compleja dinámica de la realidad nacional, fuertemente determinada por el alineamiento de nuestro país con la política exterior norteamericana en el marco de la guerra fría y con la permanente búsqueda de la “infiltración comunista” entendida como amenaza política, los sectores más conservadores de la profesión comienzan su campaña contra las publicaciones del Grupo Ecro[13].

 1967 – 1969: La búsqueda de un ECRO profesional.


Entre 1967 y 1969 la Revista Hoy en el Servicio Social inicia un paulatino cambio de rumbo en sus contenidos y fundamentos para la discusión profesional. Luego de haber aparecido en escena fuertemente influenciados por la impronta desarrollista y evidentemente alineados con las recomendaciones de organismos internacionales, a partir de 1967, paulatinamente, y con avances y retrocesos, el grupo comienza a buscar instancias de superación de la perspectiva tecnocrático aséptica que marcara sus inicios. Esta búsqueda de nuevos rumbos entendemos que se evidencia en la discusión que el Grupo inicia en torno a la necesidad de la construcción de un Ecro profesional. Tomando las formulaciones de Enrique Pichon Riviere como punto de partida, en estos dos años la revista publica una serie de artículos, todos de autoría de Juan Barreix, donde se explica el significado del Ecro y su relación con la profesión.

Se trata de una serie de cuatro artículos donde, luego de explicar los fundamentos de la propuesta pichoneana, centran la discusión en algunos aspectos que serán determinantes en las discusiones posteriores lideradas por el Grupo: la necesidad de la definición de una ideología profesional, la centralidad de la discusión en torno a la formación profesional, y finalmente la alienación sufrida por los agentes profesionales en sus intervenciones.

1968-  Humanitas – Selecciones de Social Work


La Editorial Humanitas, creada por el Prof. Anibal Villaverde y su esposa Sela Sierra de Villaverde, comienza sus actividades en la década del 50; inicialmente dedicada a la publicación de libros vinculados al área de educación y pedagogía, da inicio a su línea editorial dedicada al Servicio Social en el año 1963 con la serie de Cuadernos de Asistencia Social bajo la supervisión de Sela Sierra, quien fue además autora del primer Cuaderno titulado Introducción a la Asistencia Social.[14].

En marzo de 1968, la Editorial lanza el primer número de la Revista Selecciones de Social Work, bajo la dirección del Prof. Anibal Villaverde. En su primer editorial realiza su presentación en estos términos “Desde hace mucho tiempo queríamos llegar a usted con esta revista. Sabíamos de la necesidad, del interés, de la permanente expectativa de los profesionales latinoamericanos con respecto a literatura sobre el Servicio Social. Fueron muchas las sugerencias, los estímulos y pedidos que llegaron a nosotros en tal sentido. Si no estuvimos antes en sus manos fue debido a las comprensibles dificultades que ofrecía el publicar una revista que satisficiera a la altura del desarrollo alcanzado por el Servicio Social de América Latina y que pudiera ofrecer un material verdaderamente útil para la actuación de sus profesionales”. (1968:3)

Luego de explicar que se publicarán artículos seleccionados y traducidos de la Revista norteamericana, Social Work, editada por la NASW (Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de Estados Unidos), explican: “No se nos escapa - de ningún modo y en ningún momento - la diferencia de realidad socio - económica y cultural. Somos conscientes de las peculiares características de los problemas que debe afrontar el Servicio Social en los países latinoamericanos, todos ellos en una etapa más o menos avanzada de su desarrollo. Sabemos que no pueden ‘copiarse’ las ideas y los sistemas, y que las soluciones no pueden ser ‘idénticas’ de un país a otro tanto más cuando las diferencias entre ellos son notorias. No obstante y con todo, creemos que a pesar de tales diferencias podemos aprender de la experiencia ajena y extraer de sus resultados algo provechoso para nuestra propia labor e lo que puede ser asimilable (tanto para hacer como para no hacer alguna cosa)” (1968:3-4)

 En función de su explícita identificación con el debate norteamericano del momento, los primeros números de la Revista no son significativos para nuestro estudio en términos de dar cuenta del debate profesional en Argentina más allá de ser portavoces de la perspectiva funcionalista norteamericana en nuestro medio.

 La expansión de las discusiones y la emergencia de los diversos proyectos profesionales


En los años 1968 y 1969 se evidencia un cambio de rumbo en los debates profesionales en consonancia con la realidad nacional. Se trata de un momento de particulares configuraciones en Argentina: caracterizado por el progresivo cuestionamiento al gobierno militar de Onganía que tuvo su punto de emergencia visible en el Cordobazo en una novedosa convergencia en la protesta entre estudiantes y clase obrera; el surgimiento de un nuevo sindicalismo con un perfil más clasista; los nuevos rumbos tomados por sectores de la resistencia peronista que dieron origen a diversos agrupamientos de jóvenes que adoptaron la lucha armada como estrategia; las repercusiones en sectores de la Iglesia y en parte del laicado de las posturas adoptada por los obispos latinoamericanos en Medellín y la afirmación en la escena pública de nuestro país del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y una creciente politización (y peronización) de los ámbitos universitarios.

En este contexto los debates instalados a interior de la profesión inicialmente por el Grupo Ecro, fueron, paulatinamente extendiéndose al colectivo profesional que comenzó a pronunciarse sobre la ya instalada discusión de la necesidad de reconceptualizar el Trabajo Social. La extensión de las discusiones a nuevos sectores del colectivo profesional dio paso al surgimiento de diversas posturas que, aún con contenidos y fundamentos absolutamente irreconciliables, se postularon a si mismas como formando parte del Movimiento de Reconceptualización.

En relación al grupo inicial aglutinado alrededor del emprendimiento editorial de Ecro, se dio un proceso de afirmación de la perspectiva de ruptura con el Trabajo Social tradicional y abandonando los fundamentos tecnocráticos que marcaron sus inicios, fueron incorporando en sus discusiones los componentes ideológicos y políticos de la acción profesional. En este momento también se afianzó el proceso de intercambio, ya iniciado en Montevideo en 1966, con profesionales de otros países y comenzaron a tener participación destacada algunos de sus integrantes en encuentros e instancias de discusión a nivel latinoamericano, entre ellos los encuentros organizados por el Instituto de Solidaridad Internacional dependiente de la Fundación Konrad Adenauer, así como la activa participación en el IV Seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social, realizado en Concepción, Chile.

Otro punto de inflexión que determinó un cambio fue la llegada de las propuestas encaminadas por el grupo Ecro a los ámbitos de formación académica, a través de la realización de diversos seminarios en diferentes lugares del país, así como por la llegada del Grupo y su propuesta formativa a la Escuela de Posadas en Misiones, cuya intervención estuvo a cargo de Barreix, y donde luego de una reforma del Plan de Estudios se impulsó la formación universitaria a nivel de Licenciatura[15].

La inclusión de nuevos actores profesionales al debate del Trabajo Social se evidencia en la incorporación en la revista Selecciones de Social Work de las preocupaciones iniciales del Grupo Ecro sobre la necesidad de latinoamericanizar la profesión, adecuándola a las demandas de nuestros países, situación que produjo una reformulación en términos de la propuesta original de publicar la traducción de artículos de la revista de la NASW para dar cabida a las cada vez más crecientes elaboraciones producidas por autores latinoamericanos.

Los inicios de la reacción conservadora

Los aires de debate y renovación profesional, no sin resistencias, llegaron también a organizaciones que históricamente habían cristalizado las posturas más conservadoras, como es el caso de la UCISS.  SI bien la reacción inicial fue la de “denunciar” y diferenciarse de los sectores vinculados con el grupo Ecro, posteriormente, la estrategia del Secretariado latinoamericano de la UCISS fue intentar cooptar por dentro el debate de la reconceptualización dándole un contenido eminentemente modernizador.

A comienzos de 1969 tomó estado público la circular interna n°2/69 del Secretariado Latinoamericano de la UCISS, a cargo de la Asistente Social Marta Ezcurra donde se analizan los rumbos de las discusiones profesionales luego del Seminario de Concepción, destacando la fuerte presencia en el evento de organizaciones estudiantiles de izquierda y se establece una programática explícita de cooptación del debate profesional del momento. “En Concepción, Chile, en la última semana de enero/69 ha tenido lugar el IV Seminario Latinoamericano de Servicio Social, auspiciado por la Escuela de Servicio Social de la Universidad local. De antemano sabíamos que habría una pugna definida entre un sector marxista- leninista y otro humanista – cristiano. Desgraciadamente la Escuela organizadora ha sido copada por los ideólogos de la izquierda materialista y agresiva. (...) Si consideramos que ese movimiento comunista dentro del Servicio Social ya tiene cabeceras organizadas en Chile (Universidad de Concepción); Argentina (grupo ECRO de Trabajadores Sociales egresados de la Escuela que funcionó en el Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública); y Uruguay (compañeros del ex pastor Kuze (Sic), ahora director de la escuela de Concepción), comprenderemos la urgencia de rever nuestros métodos y actuación a la luz de los principios cristianos. Como acontece con la filosofía comunista en general es razonable su presentación de muchas injusticias. Lo que está equivocado son las soluciones que se proponen.
Entendemos que en este momento crucial de América Latina los Asistentes o Trabajadores Sociales de inspiración cristiana no podemos limitarnos a combatir al comunismo o a adoptar los que parezcan sus aciertos, es decir, marchar a su zaga. Debemos aguzar nuestra sensibilidad social y ejercitar toda nuestra imaginación para encontrar nuestra respuesta del momento. (...) Pensamos que podemos ser útiles al Servicio Social corporando a que los y las profesionales de inspiración cristiana lleguen a ser una fuerza organizada que ejerza su influencia en la disyuntiva que el comunismo quiere presentarle. Para ello necesitamos: a) un esclarecimiento de nuestros fines, propósitos, métodos y técnicas. Y b) un mayor acercamiento a los centros de decisión política, en sentido lato, o sea los centros de poder.. Estos, también han de cambiar si se quiere evitar la violencia agresiva. Nuestra misión no es sólo ’vertical’, hacia las bases. Por ser la única profesión que diariamente está con ellas, es preciso que nuestros datos y estadísticas, nuestro conocimiento de las ansias populares, no se pierdan en el vacío como hasta ahora. Tenemos que llega a influir, de manera constructiva en los círculos de política privada u oficial. Con esa finalidad pensamos organizar el Seminario de evaluación y reconceptualización del Servicio Social ...” (1969:7-8)

Una vez más, la UCISS expresa los intereses de los sectores más tradicionales de la profesión en estrecha vinculación con los sectores más conservadores de la sociedad. El comunicado evidencia, a nuestro entender tres claras cuestiones: por un lado la inevitabildad de participar en el debate profesional ya instalado en el colectivo profesional; al mismo tiempo, la delimitación al interior del campo profesional de los adversarios a través de la categorización de “comunistas” en un contexto particularmente complejo en términos nacional (y latinoamericano) signado por la organización de los ejércitos de diversos países en la lucha contra el enemigo comunista; y por ultimo una propuesta programática de cooptación del debate profesional articulado con los lineamientos políticos de los centros de poder.

Las manifestaciones de la UCISS provocaron una respuesta por parte de los sectores categorizados como “comunistas” y que fueron difundidos a través del número 16/17 de la Revista Hoy en el Servicio Social (abril – mayo de 1969) y de un Anexo a ese mismo número dedicado íntegramente al episodio y publicado bajo el título “Nuevo intento de terrorismo ideológico”.
El anexo dedicado totalmente al episodio, su análisis y sus repercusiones, reproduce la circular interna de la UCISS y levanta algunas opiniones y reacciones sobre la misma. La primer lectura que realizan los integrantes del grupo, está claramente determinada por la realidad nacional del momento, ya que analizan que la categorización como ‘movimiento comunista dentro de Servicio Social’ coloca a sus miembros en la calidad de delincuentes en la medida en que el gobierno dictatorial de Onganía se encontraba en abierta y “legalizada” lucha contra al comunismo internacional. Avanzando en el análisis de los motivos que pueden haber provocado esta reacción de la UCISS, el grupo se cuestiona si está vinculada a la participación de unos de ellos, Juan Barreix, en la calidad de conferencista y destaca que eso sería impropio ya que la categorización debería extenderse a los otros dos conferencistas argentinos, Natalio Kisnerman y Ezequiel Ander Egg, rescatando que el primero ejercía en ese momento funciones como Sub Secretario de Acción Social de una provincia, es decir como funcionario provincial de la Revolución Argentina,  y el otro estaba vinculado a organismos internacionales como Naciones Unidas y era un reconocido militante católico. Al mismo tiempo destacan que otra de las figuras agraviadas en el comunicado, Herman Kruse, era conocidamente cristiano, habiendo sido Pastor de la Iglesia Metodista. Analizan la postura de Ezcurra como totalitaria, se manifiestan contrarios a cualquier totalitarismo “de derecha o de izquierda” y sientan su postura al afirmarse como militantes de “un Servicio Social humanístico y democrático” (1969:6)

Luego de reproducir adhesiones a su postura de diversos sectores profesionales, analizan las consecuencias de este enfrentamiento en el colectivo profesional. “Porque estas actitudes de violencia (como la que en estos momentos se tiene para con ECRO) engendran la violencia como respuesta humana inevitable, tal como nosotros, ahora, estamos contestando en forma violenta. Los integrantes de estos grupos, estas personas que pretenden dar vuelta la cara ante la realidad escapando al diálogo sincero (...) y asumiendo actitudes injuriosas, calumniando a otros, difamando y acusando, son quienes engendran la violencia. ¿Se puede, acaso, contestar a esta forma de violencia de otra forma que no sea con la violencia? Y esta violencia nacida entre nosotros no va a quedar entre nosotros, sino que va a arrastrar a cada vez mayor cantidad de gente a optar, por uno o por otro lado, hasta que en algún momento, más tarde o más temprano, (pero, en nuestra opinión, muy pronto) va a desembocar en un tremendo caos dentro de la ya atomizada y caótica comunidad profesional.” (1969:18) La reflexión evidencia una fuerte presencia en la línea argumentativa de las concepciones surgidas de Medellín, en términos de la existencia de violencias “legítimas” que son respuestas a otras “violencias mayores”, y refleja la conciencia de los integrantes del Grupo Ecro en términos de la puja abierta, a partir de ese momento en torno a la hegemonía del debate en el colectivo profesional.

El tenor de las argumentaciones nos merecen algunos comentarios en dos perspectivas, por un lado es evidente que la calificación como comunista en el contexto del Onganiato adquiría ribetes de gravedad en función de la represión cotidiana a cualquier manifestación del campo popular, no necesariamente comunista, y que la rotulación venía al encuentro de serias divergencias existentes entre las diversas agrupaciones de izquierda entre sí; por otro lado, las tendencias políticas predominantes hasta ese momento en el Grupo Ecro, estaban más vinculadas al humanismo cristiano, en los parámetros que analizábamos en el apartado anterior, en estrecha interlocución con el existencialismo y el personalismo y ciertamente muy lejanas a las formulaciones políticas (y teóricas) provenientes del marxismo. En este sentido es interesante observar como la argumentación del Grupo Ecro se posiciona desde el interior del campo cristiano, en sintonía con los nuevos aires provenientes de las corrientes vinculadas a las lecturas cristianas de la realidad desde los parámetros del tercermundismo y en la dicotomía imperialismo vs. Liberación de los pueblos que recibieron grandes impulsos, para el caso del catolicismo, con posterioridad al encuentro episcopal de Medellín.

Como en los orígenes de la profesión en nuestro continente, la UCISS, a través de su Secretariado Latinoamericano, se lanza a la construcción de la hegemonía del debate profesional realizando en el mes de septiembre de 1969 un Seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social en la ciudad de Buenos Aires.

El documento final, con dieciséis alusiones directas a los documentos finales de la reunión episcopal de Medellín, presenta algunas nuevas cuestiones a la visión de la realidad latinoamericana enunciadas hasta el momento en la voz de su máxima representante continental, Marta Ezcurra. Luego de reproducir literalmente del documento de Medellín, el estado de situación del continente en término de denuncia de “las graves situaciones de injusticia que aunque con distinta intensidad y matices peculiares, afectan a todos nuestros países”, afirman que “es impostergable un cambio rápido (de acuerdo a circunstancias y recursos) radical, profundo y global (...) protagonizado por la gran mayoría de los miembros de la comunidad con una participación consciente y creativa.” Y sientan postura al afirmar que “de los distintos caminos que conducen al cambio, nosotros optamos rechazando la revolución armada. La violencia no es cristiana, ni constructiva. De la misma manera rechazamos, condenando y denunciando todas las otras formas de la violencia, incluida la violencia institucionalizada que surge de las actuales estructuras. Pero reconociendo que la revolución armada puede ser legítima en caso de ‘tiranía evidente y prolongada que atente gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnifique peligrosamente el bien común’ (Medellín II – 19). “(1969:64-65) Los aires renovadores de Medellín fundamentan inicialmente el diagnóstico del estado de situación de los países de la región, así como sientan postura entre las diversas opciones políticas en curso en los diferentes países del continente donde la lucha armada había pasado a ser una opción enarbolada por jóvenes de distintas tendencias, incluidos muchos católicos. Pero cuando el análisis y las propuestas se centran en el campo profesional, La representación regional de la UCISS, retoma los argumentos más superficiales instalados en el debate profesional del momento en un inútil intento de disfraz renovador.

Cuando realizan el diagnóstico de la profesión afirman “reconocemos: 1) que la base de sustentación científica y la especificidad del rol, exige una mayor elaboración; 2) la eficacia de la acción y la proyección de la misma en la sociedad, no satisfacen las expectativas de los profesionales; 3) tampoco el status profesional alcanzado; 4) por lo expresado anteriormente, es difícil, al mismo nivel, la colaboración con otros profesionales en equipos interdisciplinarios; 5) también el acceso a puestos claves; 6) y el reconocimiento legal de la profesión; 7) los honorarios son muy bajos; 8) hay ausencia de varones en la profesión; 9) todas estas situaciones producen en los profesionales estados de angustia, tensión y frustración; 10) se nota falta de espíritu de cuerpo profesional; 11) en general, las asociaciones profesionales no son representativas, no están estructuradas sobre esquemas de participación y obstaculizan el acceso de los jóvenes al liderazgo; 12) es evidente, en la gran mayoría de los profesionales, una acentuada falta de compromiso con la realidad en la que viven y trabajan.” (1969:66)
Es evidente el particular procesamiento al interior de ese grupo de profesionales de las tendencias presentes en Medellín y sus desdoblamientos en relación con la realidad profesional, llegando al desatino de destacar entre el estado de situación presente en el colectivo profesional del momento la escasez de varones entre los profesionales.

Servicio Social, Trabajo Social.

Las discusiones en torno a la concepción de profesión, a sus fundamentos vinculados con la realidad latinoamericana y a los niveles formativos y de compromiso social y políticos de los profesionales se evidencia nuevamente a través de las decisiones sobre la denominación profesional, esta vez objetivadas en los cambios de nombre de ambas revistas, en 1970 Selecciones de Social Work pasó a llamarse Selecciones de Servicio Social y en 1971 Hoy en el Servicio Social pasó a llamarse Hoy en el Trabajo Social.

Entre 1970 y 1972, la presencia de un movimiento al interior de la profesión que buscaba discutir las implicancias de la intervención profesional en el contexto del momento era un hecho instalado e ineludible. Sólo en este momento es que la fuerza de la Reconceptualización se impuso en la agenda editorial de Selecciones del Servicio Social, al punto de dedicarle un número especial para debatir el tema, se trata del número 12 correspondiente a diciembre de 1970. En él diversos profesionales del área se manifestaron sobre este debate en forma de artículos y otros tanto lo realizaron respondiendo una encuesta realizada por la propia revista[16].

En 1972, cuando los sectores vinculados a la perspectiva modernizante y de actualización profesional, asumen para sí formar parte del Movimiento de Reconceptualización del Servicio Social, el Grupo Ecro, presentó nuevamente una ruptura al desestimar la reconceptualización de una profesión determinada por la reforma, reafirmando su opción por la construcción de un Trabajo Social, opuesto al Servicio Social reformista, sea este reconceptualizado o no.

Las VI Jornadas Argentinas de Servicio Social, realizadas en la ciudad de Posadas, Provincia de Misiones a fines de 1972, marcan una inflexión clara en este sentido en los contenidos de su documento final. En pronunciamiento sobre la realidad latinoamericana y nacional manifiesta
 “Por integración entendemos que es la lucha de todos los iberoamericanos por la liberación a través de un proceso revolucionario que abarque todos los aspectos y que tenga por protagonista al pueblo. El modelo que creemos debe proponerse será protagonizado por los sectores oprimidos. Ello no significa que otros sectores concientes de la sociedad puedan incorporarse al proceso de liberación por los trabajadores. De esto surge la necesidad de propiciar un modelo socialista, humanista y nacional:
SOCIALISTA: en cuanto apunte a eliminar el régimen de la explotación capitalista, fundado en la propiedad privada de los bienes de producción y riqueza social.
HUMANISTA: en cuanto coloca al Hombre como objetivo esencial del desarrollo social y porque impugna modelos socialistas que han hecho de la producción material el principal destino del socialismo.
NACIONAL: en cuanto apunte a un modelo original de sociedad que tenga en cuenta la particularidad nacional y no sea una burda copia o traslación mecánica de otras experiencias históricas.
En el sistema imperante entendemos que el Servicio Social necesita instrumentarse, a partir de un Cambio ideológico que lleve al hombre a analizar racional y críticamente su situación, permitiéndole decidir libremente su propio destino, a partir de un proceso de participación en la movilización popular, como expresión organizada, solidaria y autogenerada en el propio pueblo que nos conduzca hacia la meta del desarrollo integral” (1972:74)

Analizando el papel profesional en relación a la tan proclamada participación popular los 500 profesionales reunidos en Misiones expresan “La tarea no consiste en el “asistencialismo benéfico”, sino en movilizar a los sectores populares en la solución de sus problemas y en mostrar, a través de un análisis objetivo, las raíces de la situación mediante un relacionamiento con la estructura total de la sociedad. ... para disponer de un método adecuado de intervención, se sugiere la posibilidad de una metodología dialéctica. Esta metodología significa un abordaje de la realidad específica en el marco de las contradicciones de la sociedad global. El trabajo Social en su quehacer profesional no puede hacer una acción partidaria, pero sí tiene la obligación de definirse ideológicamente y comprometerse a actuar de las mismas organizaciones de Bases que representan las expectativas y necesidades populares. Como trabajo social no puede evadirse de una definición política para que se cumpla verdaderamente el proceso de concientización. Dicho profesional como persona que es, tiene todo el derecho de asumir un compromiso a nivel de política partidaria, que en el caso de tenerla, no implica transferir el partidismo político al terreno profesional. Dicha opción ideológica es previa a toda elaboración de una teoría científica y metodológica. Se quiere dejar claro que el Trabajo Social no puede cumplir el rol de vanguardia o dirección de una revolución o cambio social. Su aporte es el de colaborador en alguna medida como se expresa arriba, a que los oprimidos comprendan la situación en que viven y la posibilidad de cambiarla. La liberación del hombre es una meta universal que se plantea en este momento histórico a todas las ciencias, y aún más a todas las actividades humanas. Por lo tanto, el Trabajo Social no puede considerar la “liberación del hombre” como su objetivo privativo.”
Es evidente el cambio en el tenor de las discusiones entre Buenos Aires/70 y Posadas/72; creemos que esto no sólo está determinado por las características del momento histórico sino también por la calidad de las discusiones que se estaban encaminando en cada uno de estos lugares. Posadas es sede de una de las Escuelas que primeramente recibió el impacto de las discusiones encaminadas por el Grupo Ecro y tuvo, tal como señalamos antes, un protagonismo activo también en Porto Alegre/72, en términos de enraizar las discusiones profesionales en la situación socio política de la región. Posadas/72 también se pronunció sobre un tema que ya había sido colocado en la agenda profesional por Ecro con anterioridad y es el de la agremiación. “Para que el asistente social pueda llegar a realizar el trabajo que se propone, tiene que sentirse un trabajador más y participar en la defensa de los derechos de todos los trabajadores. El trabajador social está mal remunerado, a veces debe tener más de un trabajo, sintiéndose sólo frente a situaciones de conflicto que pueden presentarse de su quehacer profesional.”
Iniciada la década del 70, las tendencias al interior del debate profesional argentino estaban diferenciándose y la moda reconceptualizadora estaba en su auge demostrando la multiplicidad de tendencias que albergaba y que curiosamente conseguirán establecer algunos diálogos a partir de las modificaciones que se darán en la realidad nacional a partir de 1973.

 El Trabajo Social “nacional y popular” y la “peronización” de las posturas profesionales.


 Sin lugar a dudas el periodo que se inaugura en marzo de 1973 con la llegada al gobierno de Héctor Cámpora es el punto culminante de un largo proceso expresado en la “resistencia peronista”, en la expectativa por la construcción de un “socialismo nacional”, en la lucha abierta ante la dictadura militar iniciada con el Onganiato, en el fuerte protagonismo de diversos sectores de la juventud argentina que a través de diferentes organizaciones formaron parte de una generación que buscó la construcción de otro país. En 1972 se les impuso a las militares en el poder, la imperiosa necesidad de una salida democrática; la sola posibilidad de un retorno de peronismo al poder, y fundamentalmente de Perón, que estaba instalado en sectores de la sociedad como el líder que podría encarnar gran parte de las propuestas transformadoras pretendidas para el país, llevó a sectores militares a buscar formas que garantizaran la transición y que fortalecieran otras estructuras políticas existentes en ese momento. La propuesta del Gran Acuerdo Nacional (GAN) que garantizara el proceso de transición se convirtió en un claro enfrentamiento entre Lanusse que estaba a cargo de la Presidencia de la Nación y Perón en el exilio. El gobierno reclamaba una condena contundente hacia la “subversión”, cosa que Perón no hizo, por el contrario en diversos mensajes alentó y legitimó la lucha armada. Lo cierto es que los militares no podían garantizar la situación de gobierno con la profusión de agrupaciones que habían optado por la lucha armada y la estrategia fue extremar las medidas represivas. El fusilamiento de Trelew fue un punto culminante de la brutalidad de la escalada represiva que recibió un repudio contundente de varios sectores de la sociedad. Le restaba al gobierno militar ceder a la salida democrática pero no se resignaba a entregar el mando a Perón, de tal modo que por una absurda cláusula que requería la residencia de los candidatos a Presidente en el territorio nacional antes de determinada fecha, Perón que residía en España no presentó su candidatura, pero articuló su estrategia electoral a través del Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi) que llevaba la fórmula Cámpora - Solano Lima que se impuso en las elecciones de marzo de 1973 con casi el 50% de los votos.

La asunción de Cámpora al gobierno Nacional, significó la llegada de algunos sectores de la juventud Peronista, la “Tendencia”, a determinados espacios gubernamentales. Algunos de los gobernadores electos eran sus simpatizantes y la juventud ocupó espacios en los ámbitos universitarios que fue uno de los ámbitos que mayor impulso había dado a su militancia.

Por otra parte a nivel latinoamericano, la instalación del Golpe de estado de Pinochet en Chile derrocando el gobierno socialista de Salvador Allende, fue anticipatorio, para los países de la región de las estrategias que irían desarrollándose de ahí en más en nuestros países en el marco de la política exterior norteamericana.

El impacto provocado por el golpe a Allende está retratado en el contenido y en el tenor del editorial de Hoy en el Trabajo Social n° 27 (octubre de 1973).
“El día martes 11 de septiembre estábamos procediendo a ordenar el material correspondiente a este número de la revista, para enviarla inmediatamente a imprenta... De pronto, las muy negras noticias de Chile, nuestra inmediata depresión, con mezcla de rabia impotente y angustia. Dejamos de trabajar. Tratando de reponernos hoy, sábado 15, retomamos la tarea interrumpida. Tenemos que agregar algo al material listo para ir a composición: una segunda nota Editorial. No podemos callar, pero, ¿qué poner? ¡Es muy difícil expresar el asco, la nausea!
Llega casualmente a nuestras manos el Nº 14 de la revista ‘Militancia Peronista para la Liberación’: su editorial expresa exactamente, lo que nosotros queríamos expresar.
No lo dudamos un instante: procedemos a reproducir esa nota Editorial. Ni siquiera la transcribimos; simplemente la reproducimos fotomecánicamente. Ni siquiera pedimos permiso para su reproducción: no hay tiempo. Ni siquiera le recortamos ni agregamos nada. ¡Qué carajo le vamos a agregar!” (1973:6)

Selecciones de Servicio Social en su número 20 también se manifiesta frente a golpe de estado que derrocó a Salvador Allende en análisis que rescata la asimetría de los procesos chileno y argentino.
“El 11 de septiembre el pueblo chileno –y con él todo el pueblo latinoamericano- hubo de padecer el sangriento ataque a sus más legítimos derechos civiles y el derrocamiento de un gobierno socialista que había sido elegido en el más puro ejercicio de la democracia. Un presidente surgido de elecciones intachables, un hombre noble, Salvador María Allende, hubo de inmolar su vida por defender los ideales de justicia social de un pueblo que quería liberarse de la dominación y de la explotación interna y externa. (...) A sólo doce días de anterior y en un país lindante – la Argentina- la balanza se vuelca felizmente en el sentido contrario. La voluntad de todo un pueblo sojuzgado y proscripto durante dieciocho años, conquista en las urnas un triunfo aplastante (más de 7 millones de votos, 62 por ciento del total) y lleva a la presidencia de la nación por tercera vez al conductor indiscutido de las masas populares, el general Juan Domingo Perón. De tal modo vuelven a flamear en la Argentina y se muestran a todos los pueblos hermanos, las banderas de la Justicia Social y de la Liberación popular.
Dos pueblos hermanos y dos hechos contradictorios. Derrota y triunfo. Dolor inmenso y alegría desbordante. La historia de la humanidad no marcha en línea recta. Pero lleva en sus entrañas una fuerza incontenible que jamás podrá ser destruida: la que conduce finalmente a la total liberación del Hombre.” (1973:2)

Los procesos políticos del momento: el gobierno de Cámpora, el retorno de Perón, su llegada a la presidencia de la República por tercera vez, su muerte, el gobierno a cargo de la viuda de Perón, la utilización del aparato estatal para la eliminación de adversarios políticos, inicialmente a través de la Triple A y luego bajo el liderazgo de la Junta de Comandantes que instaló la última dictadura militar en Argentina,  tuvieron un particular procesamiento al interior de la profesión que no pudo abstenerse del impulso de participación en diversas esferas que se produjo con la reapertura democrática.

Destacamos en nuestro análisis sobre el Trabajo Social argentino del momento, la instalación del debate profesional vehiculizado través de los diversos procesos de reformulación de planes de estudio de las distintas unidades académicas, especialmente aquellas vinculadas a los ámbitos universitarios. Especialmente destacamos las intervenciones ocurridas en la Escuela de Servicio Social de Mendoza y en la Escuela de Servicio Social de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA[17].

Por otra parte, reconstruimos lo que denominamos el proceso de “peronización” de las discusiones profesionales a través de la emergencia y pronunciamiento de diversas agrupaciones (profesionales y estudiantiles) en relación a los desafíos con los cuales se enfrentaba el Trabajo Social a los fines de servir al proceso de liberación nacional, tal como era entendido en esos momentos por estos actores. Curiosamente señalamos que este proceso determinado por el pronunciamiento en relación al peronismo (que como ya enunciamos dividió a la sociedad argentina durante toda la segunda mitad del siglo XX) acercó algunas posiciones profesionales que hasta el momento parecían irreconciliables.

En enero de 1973 y respondiendo una convocatoria realizada por el FreJuLi a diversos sectores sociales para pronunciarse sobre los cursos de acción del próximo gobierno, el Ateneo de Asistentes Sociales de Buenos Aires expresa su posición que fue publicada en el número 19 de la Revista Selecciones de Servicio Social (1° cuatrimestre de 1973)[18].

En abierta crítica los lineamientos de la política social llevada delante por la Dictadura militar en sus últimos momentos el Ateneo la califica “como una acción totalmente incoherente, no planificada, orientada no ya a la promoción humana y el desarrollo social, sino a cubrir el ‘desajuste social’ a fin e mantener el ‘statu-quo’” (1973:53) Rescatan en su línea de análisis las conclusiones de las VI Jornadas Argentinas de Servicio Social Posadas/72 en términos de definición por un “proyecto de liberación capaz de conducir a la construcción de un modelo Socialista, Nacional y Humanista” , y avanza en la enunciación de lo que consideran como pautas de una política Nacional y Humanista: asignación prioritaria a consumo social; participación popular; servicios sociales; política de protección familiar y; protección materno infantil. El pronunciamiento es, salvo error nuestro, el primer documento escrito por los profesionales del Trabajo Social en cuanto actor social colectivo en términos de propuestas de política social a candidatos al gobierno. Señalamos este dato, sin considerarlo como un dato menor, en la medida en que creemos que este tipo de manifestación pública da cuenta del estadio de construcción de un proyecto profesional en interlocución con un proyecto político partidario cristalizado en la propuesta gubernamental del FreJuLi.

Es importante destacar que el Ateneo, si bien toma como fundamento para sentar su posición las conclusiones de las VI Jornadas Argentinas de Servicio Social, al momento de expresar las pautas fundamentales de la política propuesta, destacan como calificativos de la misma nacional y humanista, dejando de lado, la alusión al socialismo que en los términos expresados en Posadas/72  es incompatible con el capitalismo al sostener que hay que apuntar  “a eliminar el régimen de la explotación capitalista, fundado en la propiedad privada de los bienes de producción y ri­queza social.”

El proceso de peronización del debate profesional trae a la luz un elemento que aparecerá como nuevo en las reflexiones profesionales y es la concepción del profesional en cuanto trabajador. Si bien ya se habían enunciado con anterioridad intentos de sindicalización de los profesionales[19] en 1973 se avanza en términos de fundamentar este tipo de posiciones.

En ese revolucionado contexto de definiciones profesionales argentinas frente a proceso político en nuestro país, pasadas las manifestaciones iniciales, las revistas volvieron a focalizar la discusión en torno al debate profesional. La tan mentada Reconceptualización del Trabajo Social era nuevamente puesta en evaluación en diversas oportunidades. La manifestación más recurrente presente en estas reflexiones en la de catalogar la situación profesional del momento como “crisis”, resaltando, la mayoría de las veces está situación de crisis como negativa en términos de pérdida de rumbos, falta de clarificación sobre la propia profesión, etc. Por otra parte, están los que evalúan la “crisis” como una crisis productiva en la medida en que coloca en cuestión los fundamentos profesionales. Sin embargo, entendemos, que subyace en casi todas las reflexiones de momento y en su categorización en término de “crisis”, la idea de la necesidad de establecer algunos parámetros fijos e inamovibles que den cuenta de una cierta unidad de la profesión entendida en cuanto entidad homogénea y compacta.
Presentamos nuevamente el debate de proceso de reconceptualización, tal como era encaminado por diversos actores y que fue plasmado por un lado en un número de la Revista Selecciones del Servicio Social donde, nuevamente, se convocó a destacados colegas ara pronunciarse sobre el tema, siendo sus puntos más destacados los dos artículos de Ezequiel Ander Egg  “Manías y achaques del Servicio Social reconceptualizado” (Selecciones de Servicio Social, n°23,  2° cuatrimestre de 1974) y  “Algo más sobre achaques y manías del Servicio Social reconceptualizado” (Hoy en el Trabajo Social, n°30,  mayo de 1975)[20] y la publicación de Servicio Social Pueblo de autoría de Natalio Kisnerman[21]; y por el otro, rescatando los rumbos adoptados en la discusión por algunos de los integrantes de Ecro que adoptaron una perspectiva más culturalista vinculada a las formulaciones del filósofo argentino Rodolfo Kusch[22].

Instalado el año 1975, el mosaico de comprensiones en torno al debate profesional del momento estaba fuertemente influenciado por el contexto nacional. El proceso de aproximación de las reflexiones profesionales de algunos sectores con las manifestaciones políticas del peronismo son evidentes y dan cuenta de cómo al interior de la profesión se manifestaron también las diversas tendencias contenidas al interior de peronismo. Realizando una lectura cronológica, es posible evidenciar el proceso de derechización de las reflexiones profesionales de estos sectores acompañando el devenir del mismo proceso al interior del gobierno. Las recurrentes expresiones sobre el pueblo”, “la revolución”, “la liberación”, etc. fueron adquiriendo nuevos significados concretos que se fueron diferenciando de las comprensiones de estas mismas expresiones en los años 1972 y 1973.

Las voces discordantes, no casualmente, están vinculadas a aquel grupo inicial que conformara Ecro: la perspectiva culturalista sostenida por Barreix y sus compañeros y la perspectiva socialista sostenida por Alayón[23].

 El terror institucionalizado y el ocaso del debate profesional en Argentina


Los cambios ocurridos en la realidad nacional a partir de 1974, cuyos hitos iniciáticos fundamentales fueron el enfrentamiento abierto de Perón y Montoneros y la muerte del presidente dejando en manos de su viuda la conducción del país, sin dudas repercutieron en el debate profesional.

La reconstrucción de estos últimos años de debate abierto en la profesión es difícil en la medida en que las dos revistas sobre las cuales basamos fundamentalmente nuestro estudio, fueron dejando de lado la crónica de algunos sucesos. Entendemos que esto se relaciona no sólo con la dificultad de poder analizar encadenadamente los sucesos nacionales sino también con la creciente censura que comenzaba a imponerse en esos momentos históricos. Sin embargo hay algunos episodios que podemos reconstruir y que dan cuenta del inicio de proceso de ocaso del debate profesional entre los cuales destacamos el asesinato de Luis María Früm.

El 18 de junio de 1976 fue asesinado en Villa Mercedes, Provincia de San Luis, Luis María Früm, destacado integrante del Grupo Ecro y docente de la Escuela en la mencionada ciudad. La noticia fue difundida en el Editorial del número 31 de Hoy en el Trabajo Social (noviembre de 1976). “La necesidad de escribir una presentación para este número de Hoy en el Trabajo Social se torna una tarea inevitablemente solemne, en la que el peso de la responsabilidad de ‘ser voceros de las perspectivas más avanzadas del Trabajo Social’ (según opinión y expresión de destacados colegas americanos) se hace sentir en todos sus efectos y con todas sus consecuencias y para su realización, como último recurso, hay que dejar que ‘el sonido del silencio’ exprese aquello que la limitación de las palabras (o de la limitación a las palabras) no deja expresar. Este número de la revista está dedicado, como un homenaje póstumo, a nuestro amigo y colega Luis María Früm, cuyo cuerpo sin vida, acribillado a balazos (según expresión de las notas periodísticas publicadas por los diarios y noticieros de Argentina y de otros países) fue hallado el día 18 de junio ppdo. En un basural de las afueras de la ciudad de Villa Mercedes, prov. De San Luis. Pobre homenaje el nuestro a fin, el único a nuestro alcance para quien, como él, era una verdadera esperanza para la profesión. Más allá (o más acá) del hecho concreto de que el Trabajo Social ha perdido por lo menos en Argentina) a uno de sus valores, a nosotros nos toca el más duro de los trances: el de saber que nunca más estará con nosotros el entrañable amigo.” (1976:2)

Al asesinato de Früm, se sumaron en ese mismo momento las salidas del país rumbo al exilio de Juan Barreix y Ezequiel Ander Egg, así como la prisión de Norberto Alayón, entre otros[24].

Con Juan Barreix fuera del país, la dirección de la revista Hoy en el Trabajo Social estuvo a cargo Luis Fernández. Salieron publicados los últimos números 32/33 (mayo de 1977) y 34 (diciembre de 1977). Según el testimonio de Barreix la dictadura prohibió la edición de varios de los libros de Ecro que finalmente desapareció como sello editorial.

Por su parte Humanitas, mantuvo la aparición de Selecciones de Servicio Social hasta el número 36, correspondiente al 3° cuatrimestre de 1978; con posterioridad, sin la revista, la editorial mantuvo la publicación de libros.

Instalada la dictadura en el poder, la UCISS local finalmente consiguió aproximarse los centros del poder, tal como se había propuesto en 1969. En 1977 fue una de las organizaciones que lideró las tratativas para obtener la ansiada reglamentación de ejercicio profesional, utilizando para ello de la mediación de M. Paul Ramlot, quien se desempeñaba al mismo tiempo como asesor de la UCISS y del Ministerio de Planeamiento del gobierno militar (1977:69); y en 1978, ofreció, en el marco del Instituto de Investigación y Cooperación Técnica en el Sector Social, a su cargo,  un curso sobre “Introducción a la prospectiva y a la planificación”  dictado por el Dr. Jorge Luis Guerra y el Contraalmirante Horacio Gómez Beret.(1978:56)

La expresión abierta del debate profesional quedó trunca con la instalación del terrorismo de Estado; las dos Revistas dejaron de circular, varios libros fueron prohibidos, y las unidades académicas, ámbitos significativos de vehiculización de las discusiones fueron desmantelados o conminados a retrotraer la concepción profesional y propuesta formativa, mayoritariamente, a etapas anteriores al periodo de nuestro estudio.


Consideraciones finales

Entendemos que las reflexiones profesionales del período estuvieron fuertemente influenciadas por el tono de las discusiones que se daban en la sociedad. La conjunción de categorías marxistas con el ideario peronista y a su línea interna vinculada al Cristianismo de Liberación fue una matriz analítica marcante del período en Argentina. La difundida percepción que vincula este momento histórico de la profesión con la aproximación a referenciales de la tradición marxista, aún cuando realicen la salvedad de que se trató de un marxismo sin Marx, es decir, apropiado a través de inserciones militantes y no a partir del contacto directo con la obra marxiana, tampoco da cuenta del proceso particular en el cual algunas categorías marxistas pasan a formar parte del elenco categorial que sustenta las discusiones profesionales en Argentina, ya que estas categorías, eran apropiadas por los profesionales, mayoritariamente, a través de las discusiones instaladas en el ámbito político que las retraducían en consonancia con postulados políticos (de extracción peronista) y filosóficos (de origen humanista cristiano).

Considerando el debate profesional argentino, la Reconceptualización no alude exclusivamente a procesos de ruptura radical en relación a la concepción de profesión, sus fundamentos teórico- metodológicos, ético- políticos y operativo- instrumentales, al contrario, difusamente y en la apropiación realizada por los diversos actores sociales incluidos en el debate, la Reconceptualización en cuanto categoría da cuenta ambiguamente de diversos caminos de discusión profesional que incluyen perspectivas de intentos de ruptura, de actualización y de modernización.

Si tomamos como eje analítico las tres dimensiones presentes en la definición de proyectos profesionales presentadas por Parra (2002): teórico- metodológica, ético- política y operativo- instrumental, es posible analizar como las diversas tendencias presentes en el debate profesional argentino del momento están más claramente delimitadas por posturas fundamentadas en la dimensión ético- política y, en menor medida, en la dimensión operativo- instrumental. Es decir, el debate profesional argentino centró más sus esfuerzos en delimitar los componentes éticos y políticos de su intervención y la búsqueda de estrategias operativo- instrumentales que superen la trilogía metodológica clásica, que en reposicionarse en término de ampliar sus fundamentaciones teórico- metodológicas, que direccionaran la definición de las otras dos dimensiones.

Esta fuerte determinación de la dimensión ético- política en la delimitación de posturas, es la que posibilita con la llegada del peronismo al poder en 1973, una relativa confluencia de tendencias en la definición de objetivos profesionales vinculados a la liberación nacional, en el proceso de caracterizamos como de “peronización” de las posturas profesionales.

La irrupción de la dictadura militar llevó a un silenciamiento del debate profesional, abierto, plural, tal como estaba siendo desarrollado y permitió el fortalecimiento de la tendencia más conservadora hegemonizando la discusión profesional en los parámetros de actualización operativo instrumental.

La reapertura democrática a principios de la década del 80 posibilitó la emergencia en la sociedad argentina de un desvelamiento no sólo del horror institucionalizado durante la dictadura sino también de las graves transformaciones económicas llevadas adelantes en el marco del proceso de desindustrialización, preeminencia del capital financiero, empobrecimiento de grandes sectores de la población y la entrada del país en una lógica y dinámica internacional determinada por el neolibealismo como programática político- económica. En ese contexto la reivindicación de derechos (sociales, políticos, humanos) fue aglutinando a los sectores progresistas de la sociedad argentina y allí la profesión encontró parámetros de rearticulación del debate profesional centrado fuertemente en esta reivindicación política de derechos y en un papel profesional construido en el marco de la dinamización de la democratización de los espacios públicos, reivindicativos y reaticuladores luego del brutal proceso de fragmentación instalado en la sociedad durante el gobierno militar. Es decir, nuevamente fue la dimensión ético- política la que rearticuló las tendencias del debate profesional hegemonizado por los sectores más progresistas de la categoría profesional.

Los procesos económicos y políticos que dieron paso a la asunción del gobierno menemista en la década del 90, cristalizaron esta programática neoliberal, ahora electoralmente avalada. La crisis del “socialismo real” y la instalación del pensamiento único deslegitimante de ideologías y de propuestas políticas por fuera de la lógica capitalista neoliberal, fueron obturando paulatinamente la noción de la política como espacio de disputa, de debate, de definición de proyectos societarios, y de proyectos profesionales. En ese contexto, la dimensión ético- política del debate profesional fue perdiendo terreno ante el avance de las discusiones centradas en la dimensión operativo- instrumental, en una búsqueda eficientista de adecuación de recursos escasos a demandas crecientes, donde por ejemplo la gerencia social aparece como una nueva definición de perfil profesional, “técnicamente preparado” para la administración racional en términos de costo-beneficio, de los servicios sociales cada vez más restringidos y focalizados. Aún manteniendo el enunciado global de principios ético- políticos reivindicativos de derechos sociales, políticos, humanos, el debate profesional, fue canalizándose cada vez más en una virtual despolitización de la cuestión social y de la intervención profesional (que vino a sumarse a la histórica deseconomización de la cuestión social y de la intervención profesional), fortaleciéndose los fundamentos tecnocráticos de la profesión.

En los últimos años, la emergencia visible de nuevos movimientos contestatarios a la lógica neoliberal, parecen evidenciar un retorno de la política como ámbito de debate, de enfrentamiento, de delimitación de proyectos societarios que colocan en jaque las certezas instaladas en sectores mayoritarios de la sociedad y de la profesión. A la rearticulación de sectores del campo popular con cuestionamientos y propuestas que rescatan la política como espacio de lucha comienzan a sumarse algunos cuestionamientos profesionales que retoman estas dimensiones para el debate profesional en abierto enfrentamiento a las perspectivas tecnocráticas que hegemonizaron las posturas profesionales en los últimos años. Paulatinamente, comienza a reaparecer en la agenda profesional, la discusión de la dimensión ético- política de la intervención de los trabajadores sociales y su relación con los debates instalados en la sociedad argentina actual en torno a la construcción de un “proyecto nacional”.
Sin dudas, se trata de una saludable politización de las discusiones en la búsqueda de una respuesta articulada en términos de construcción de un proyecto profesional que se articule con los proyectos sostenidos por estos nuevos actores sociales. Sin embargo, resulta preocupante como las definiciones en torno al debate profesional, continúan restringidas sólo a dos dimensiones: la ético- política y la operativo- instrumental. La falta de profundización sobre la dimensión teórico- metodológica de la intervención profesional anula la posibilidad de superar la centralidad del debate anclado en términos puramente axiológicos y operativos, contribuyendo a afianzar el sincretismo profesional en una acumulación anárquica de referenciales teóricos que son, en algunos casos, eclécticamente combinados y vaciados de los contenidos explicativos de la dinámica social, quedando reducidos a marcos conceptuales que actúan como telón de fondo de los análisis sin extraer de ellos sus trazos explicativos.

Sostenemos que el conocimiento de los procesos históricos recorridos por la profesión en el marco de los procesos históricos recorridos por la sociedad argentina, nos pueden arrojar luz sobre la necesidad de redireccionar el debate profesional actual hacia la profundización de la dimensión teórico- metodológica de la intervención profesional que de sustento a las definiciones ético- políticas y operativo- instrumentales, en el trazado de un camino de búsqueda de construcción y afirmación de un proyecto profesional que supere la superficialidad de los enunciados políticos progresistas y que pueda a partir de una rigurosa comprensión de la realidad social y de la intervención profesional, proponer estrategias que efectivamente se articulen con proyectos societarios en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.


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[1]              Doctora en Trabajo Social, PUC/SP. Docente de la Universidad Nacional de Luján y de la Universidad de Buenos Aires.
[2]              Este trabajo rescata algunos de los ejes principales que trabajamos en nuestra tesis doctoral El Trabajo Social Argentino en los ’60-’70. Reconstrucción del debate profesional en el marco de la Reconceptualización. 2004.
[3]              Nos referimos entre otras a las obras: Ander Egg, E. El desafío de la Reconceptualización; del mismo autor, Achaques y Manías del Servicio Social reconceptualizado e Historia del Trabajo Social; VV.AA. Reconceptualización del Servicio Social, etc.
[4]              Existe un consenso relativo en la mayoría de los trabajos que tratan sobre el Movimiento de Reconceptualización en el sentido de entender que el mismo entró en crisis y declinio en 1975. Entendemos que si consideramos la expresión continental del movimiento es acertado el análisis de Parra (2002) cuando sostiene que el proceso continúa hasta principios de la década del 80 donde tiene una superación cualitativa expresada, fundamentalmente, en algunos estudios y discusiones patrocinadas por el CELATS. Si centramos el análisis en el caso argentino, sostenemos que el debate profesional se extiende desde 1965 hasta 1976, momento en que es silenciado con la instalación de la dictadura militar. Sabemos que nuestra posición puede ser, para parte de la categoría profesional en Argentina, polémica en la medida en que no consideramos algunos debates que ciertos sectores pudieron desarrollar aún en el marco de la dictadura

[5]              No nos propusimos hacer una historia del Trabajo Social argentino en las décadas de 60 y 70; dicho emprendimiento requeriría de una mayor amplitud de abordaje que excede nuestras posibilidades actuales. Centramos nuestro análisis en la búsqueda de una primera aproximación a la reconstrucción del debate profesional argentino en las décadas delimitadas en interlocución con el debate continental de la Reconceptualización. La falta de total de trabajos escritos que recuperaran en términos descriptivos esos aproximadamente diez años de la profesión en nuestro país se constituyó en una gran dificultad que sólo pudo ser salvada parcialmente. Reconstruir minuciosamente los recorridos realizados por la profesión en nuestro país en el momento histórico de su expansión (con la apertura de diversas unidades académicas con diferentes niveles formativas y dependencias, diseminadas por todo el país, la multiplicidad de asociaciones profesionales que comenzaban a hacer su aparición pública, y la ampliación de los espacios de inserción profesional) excede el marco de nuestro estudio; es un trabajo que queda pendiente y que entendemos solo será posible de ser realizado con la activa participación de investigadores involucrados de diversos puntos del país y que puedan dar cuenta de los particulares procesamientos de la expansión de la profesión en sus respectivos lugares.

[6]              Según la información con la que contamos el primer trabajo realizado sobre parte de la historia de la profesión en Argentina fue elaborado por Norberto Alayón como Tesis de Graduación, en el año 1968, bajo el título Instancias históricas del Servicio Social.

[7]              Los estudios más difundidos son: Ander Egg, Ezequiel. Apuntes para una Historia del Trabajo Social, Buenos Aires: Humanitas, 1985; Manrique Castro, Manuel. De apóstoles a agentes de cambio. El Trabajo Social en la historia latinoamericana. Lima: Celats, 1982; Torres Díaz, Jorge. Historia del Trabajo Social, Buenos Aires: Humanitas, 1987.

[8]              Destacamos en esta enumeración sólo aquellos autores que nos interesan a los fines de nuestro estudio, aún a sabiendas de que Montaño incluye a Ottoni Vieira, Krusse, Boris Lima entre otros autores enrolados dentro de esta perspectiva.

[9]              Creemos necesario explicitar que optamos por la incorporación de las reflexiones de Ezequiel Ander Egg aún a sabiendas de que no es Trabajador Social ya que entendemos que su aporte a las discusiones profesionales fue significativo en el periodo estudiado, extendiéndose en algunos casos hasta nuestros días, ya que parte de su obra continua siendo utilizada en la formación profesional.

[10]             Hasta 1999, la obra mencionada de Norberto Alayón se constituyó en prácticamente la única que tematizara centralmente la historia del Trabajo Social en Argentina siendo en consecuencia, material ineludible en el tratamiento del tema en las disciplinas que tratan la cuestión en el proceso de formación profesional.
[11]             No casualmente se trataba de quien fuera Secretaria de la Escuela de Asistentes Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA desde 1941 hasta 1969.
[12]             No existe hasta el momento ningún estudio histórico difundido que de cuenta de la trayectoria desarrollada por las diferentes asociaciones que nuclearon a los profesionales desde sus inicios hasta la actualidad en todo el país. Un estudio que suponemos de esas características está siendo anunciado para la publicación por una editora argentina. El trabajo de Alayón (1980) presenta una reseña de la Federación Argentina de Asociaciones de Asistentes Sociales fundada en 1948 y su vinculación con algunas asociaciones de primer grado a lo largo de su historia.

[13]             El número 5-6 de Hoy en el Servicio Social (enero - febrero de 1966) titula su editorial: Caza de brujas en nuestra profesión? Rescatando un episodio de denuncia de personalidades públicas como siendo participantes de “la confabulación comunista y antipatriótica”, los editores denuncian la existencia de “esos mismos mecanismos de delación y la calumnia... (actuando)... en los mismos círculos de nuestra profesión y, más concretamente en lo que a nosotros respecta, como un intento más de acallar el mensaje de ‘Hoy en el Servicio Social’”. La denuncia tiene destinatarios concretos ya que alude a la autoridades de algunas Escuelas de Servicio Social que “impidieron la circulación y venta de ‘Hoy en el Servicio Social’ y prohibieron a sus alumnos ser sus representantes y corresponsales alegando el pretexto ya ampliamente conocido y desgastado de que es una ‘revista comunista’” (1966:2-4). En el marco del análisis de lo que consideran “las verdaderas motivaciones de tan absurdo ataque a nuestra honestidad editorial” destacan la preocupación que puede provocar la temática de la revista y las iniciativas que pueden promover en los estudiantes de reclamos de elevación del nivel de los profesores y de la formación profesional. Analizan que quienes prohíben su circulación “observan con extrema desconfianza el énfasis que ponemos en los métodos decisivos del desarrollo y bienestar, Grupo y Comunidad y ven con ojos entristecidos que la profesión, tal como ellos la conciben, prescindible y de auxiliería, se les escapa lentamente de las manos”.

[14]             Los números subsiguientes presentan una gran heterogeneidad de temas y autores: González, Dora. Proceso del Servicio Social de Comunidad (1963); Yahn, Mario. Preparación para el matrimonio. Cursos para novias (1963); Naciones Unidas. Asistencia a los niños en instituciones (1964); Naciones Unidas. Niños privados de un medio familiar normal. (1964); Cirigliano, Gustavo. El “Role-Playing”, una técnica de grupo en Servicio Social (1964); Montaldo, Eddy. Psicología y Asistencia Social Individual. (1965); Grela, Egle. El Servicio Social en el proceso de desarrollo (1965); Naciones Unidas. Organización y Administración de los Servicios Sociales (1965); Organización Mundial de la Salud (OMS). Problemas de salud mental del envejecimiento y la vejez. (1965); Vigetti. Angela. Investigación en Servicio Social. (1965); Espeche, Hélida M. De. Supervisión en Organización y Desarrollo de la Comunidad. (1966); Ruzzo, Mario. Sociología y Asistencia Social. (1966); Barba, Georgelina T. De. Delincuencia y Servicio Social. (1966); Kisnerman, Natalio. Grupos recreativos con adolescentes. Servicio Social en la escuela secundaria (1966); Miranda, Felisa. La asistencia social en el régimen penitenciario argentino. (1968); Brandenburg, Ana B. De. Servicio Social Hospitalario. (1968); Barros, G et al. El Informe en Servicio Social. Esquema para su elaboración. (1968); S/d. Códigos de ética en Servicio Social. Texto comentarios (s/d); Vottorioso, Lidia. Trabajo médico social (1969)

[15]             A finales de 1968 se creó en Posadas, Misiones, la Escuela de Servicio Social de la Universidad Nacional del Nordeste, en reemplazo de la anterior escuela de Servicio Social dependiente del Consejo General de Educación de la provincia. El pasaje de la dependencia gubernamental a la órbita universitaria desencadenó un proceso de reformulación en la organización de la escuela que fue liderado inicialmente por un delegado rectoral, pasando en 1970 a ejercer como primer Director de la Escuela, Juan Barreix. El pasaje al rango universitario de esta escuela, la convirtió en la oferta de formación profesional a ese nivel para las provincias de la región (Chaco, Formosa, Misiones y Corrientes). La intervención de Barreix centró sus esfuerzos en la reformulación del Plan de Estudios, impulsó la formación de cuatro años otorgando el título de Licenciado en Servicio Social y la readecuación y capacitación del plantel docente, así como la incorporación de nuevos profesores. En 1971, con la reforma en marcha, finalizó la intervención de Juan Barreix en la Dirección de la Escuela, asumiendo esa función al sociólogo Mario Peralta Sanhueza, lo que desencadenó un nuevo debate en relación a la necesidad de que la dirección de las instituciones formadoras de trabajadores sociales estuviera en manos de profesionales de área.
[16]             En términos generales las reflexiones presentes en el número 12 de Selecciones de Servicio Social dan cuenta de la expansión del debate profesional, pero, al mismo tiempo de su vaciamiento de contenido de ruptura en la medida en que con presupuestos teóricos, metodológicos y políticos diferentes y en algunos casos absolutamente antagónicos, todos estos sectores se autoproclaman como formando parte del Movimiento. La comprensión de la Reconceptualización como modernización, actualización, reformulación enmascaran propuestas de conservadurismo que cristalizan, frecuentemente, las discusiones profesionales en el debate en torno a sus dimensiones técnico operativas, excluyendo explícitamente las dimensiones políticas y teóricas de la discusión, pero sosteniendo implícitamente fundamentos positivistas y reformistas.

                Las conclusiones de las V Jornadas Argentinas de Servicio Social, realizadas en Buenos Aires en 1970, dan cuenta de la ambigüedad de las concepciones en torno a qué era necesario reconceptualizar en la profesión. Se sostiene que “la metodología tradicional, muchos de cuyos aspectos técnicos continúan en plena vigencia, debe ser encarada respecto a modificar el enfo­que y aplicación, observando una tendencia integrativa e instrumentando al profesional en forma más operativa y adecuada a nuevas exigencias”; en una tentativa de aproximarse a la discusión sobre integración metodológica. Y analizando la situación socio económica del país expresa “el Servicio Social debe buscar el reconocimiento de las raíces profundas, responsables de las citadas anomalías, para, a partir de ellas, desarrollar una acción concientizadora destinada a desencadenar las acciones individuales, grupales y colectivas necesarias y adecuadas para el cambio o transformación de esas condiciones que impiden al hom­bre su plena realización, o para la Constante evolución de éste cuando las condiciones socio-culturales básicas de vida digna le estén aseguradas”.

[17]             La Universidad de Buenos Aires fue uno de los lugares donde la juventud peronista ejerció su influencia en forma decisiva en 1973. Concretamente en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, el Decanato estaba en manos de Mario Kestelboim, simpatizante de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y entre sus asesores se encontraba Cacho El Kadri, militante reconocido de las FAP y que estuvo varios años presos luego de una acción armada en 1968. "Era un símbolo fuerte: tres guerrilleros notorios de las tres organizaciones armadas peronistas asesoraban al decano de la vieja y tradicional Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires" (Anguita; Caparrós, 1998b:48). En ese contexto de Universidad y Facultad, por primera vez en la historia de la escuela, un trabajador social asume su dirección: Marta Cantorna. La crónica del momento publicada en el número 20 de Selecciones de Servicio Social, así lo expresa: “Después de una inusual movilización de estudiantes  ... realizada por más de trescientos alumnos frente a rectorado de esa casa de estudios, el 13 de julio de 1973, por primera vez en 33 años un Asistente Social, Marta Nélida Cantorna, asume la conducción de la Escuela” (1973:53)
                El discurso de asunción de la nueva directora explica los objetivos de su tarea. “La Universidad ha actuado como parte integrante de un país dependiente al servicio de intereses de clase y de los centros de poder imperial. ... La Universidad creó un profesional con mentalidad funcionalista, cuyos objetivos han sido adecuar al hombre a una sociedad estructuralmente enferma, en la cual el prestigio y los logros de algunos se obtienen a costa de la miseria de muchos. Pero un rumbo rectificador ha comenzado a generarse a partir del 11 de marzo, cuando el Pueblo dijo basta a un sistema dependiente, inhumano, mercantilista e incapaz de satisfacer las necesidades materiales y trascendentales del hombre. Es por esto que hoy nos proponemos a través de la Universidad, participar en el gobierno popular, para la creación de un nuevo país que posibilite una sociedad solidaria, socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. En el campo específico de nuestra carrera, nos proponemos eliminar e servicio social asistencialista, para construir un trabajo social al servicio del país y su Pueblo. Del país, para contribuir a través de la investigación y de la acción al proceso de liberación. Del Pueblo, posibilitando su participación consciente, libre pero organizada en las decisiones de gobierno, como medio de acceso al poder. Por lo tanto se deberán analizar, cuestionar y replantear todas las materias y la carrera en su conjunto. En esta tarea participarán docentes, no docentes, alumnos y egresados que deseen colaborar (1973:54)

[18]                El pronunciamiento también fue publicado en la revista Hoy e el Trabajo Social Nº 26, páginas 63-66, correspondiente a abril de 1973.
[19]                Ya señalamos en páginas anteriores la inclusión de este tema en el debate a través del Grupo Ecro a criticar la colegiatura profesional.
[20]             El primer artículo contiene una serie de reflexiones de Ander Egg donde critica el uso indiscriminado de la dialéctica sólo en términos enunciativos (como “palabra de ornato”, según la expresión del autor), las reflexiones en torno a la práctica como fuente de la teoría pero sin una real inserción en la práctica y la confusión reinante al equiparar la militancia política con el ejercicio profesional, destacando que sólo se trata de una moda intelectual. En el segundo artículo, Ander Egg responde a las críticas recibidas por el primero, fundamentalmente centrada en la crítica a la teoría de Trabajo social y a la crítica al marxismo, exponiendo que no critica la teoría de Trabajo Social ya que ella no existe, y destaca la importancia de que la misma exista; y responde que no critica a los marxistas ni al marxismo, sino a los pseudo marxistas ignorantes de la real significación de marxismo.
                Es llamativo en estos dos textos la posición de Ander Egg que se erige como “evaluador externo” de un proceso del cual sólo pareciera que fuera espectador. Creemos que sus propias reflexiones han contribuido sustancialmente para los “achaques y manías” que él mismo critica.[20] Por otra parte la generalidad de las apreciaciones, sin buscar fundamentos concretos para realizarlas a partir de críticas rigurosas a posturas y reflexiones concretas, contribuyó sin dudas a afianzar las posturas de algunos sectores más conservadores que encontraron en la crítica sin destinatario concreto, campo fecundo para su propia crítica.

[21]             en el Prefacio, su autor analiza el contexto de interlocución de su obra. “Para nosotros, profesionales del Servicio Social, es fundamental hoy precisar qué significado tiene nuestra disciplina. O seguimos paliando efectos, desgastándonos en activismo alienante y recibiendo honorarios, para ver el espectáculo de la miseria y el hambre o nos insertamos –cambiando primero nosotros- en un proceso de cambio. (...) Cada época descubre un aspecto de la condición humana. En cada momento el hombre decide de sí mismo. La época y el país determinan aquellos problemas que pasan a primer plano y exigen una respuesta en acción. Un día dudamos lo que estábamos haciendo. Un día cualquiera de 1965. Y asumimos un cierto grado de libertad, el que nos permite optar entre posibilidades y ubicarnos donde nuestra conciencia histórica nos señala. Ese día supimos lo que es la ruptura. Ese día comenzamos a negar para crear. Ese día descubrimos que toda disciplina social es gestada por una ideología y que toda ideología sustenta una teoría a la vez gestada en una sociedad determinada.” (1972:5-6) Avanza en la presentación explicando la relación de la profesión con el pueblo en estos términos “Hemos dejado de ver a América Latina en los libros de geografía para comenzar a descubrirla en el diálogo con su realidad, con su pueblo, pueblo nosotros. Porque o somos pueblos o estamos contra el pueblo. En esto también hemos optado. Y eso marca nuestra radical diferencia entre los que fuimos y lo que somos.” (1972:7) El Prefacio abunda en referencias de este tenor donde el pueblo aparece como una entidad cuya constitución nunca se discute y cuyo destino está predeterminado, la transformación y, en consecuencia, donde el desafío de la hora para la profesión es su “fusión” con este pueblo. El idealismo contenido en estas afirmaciones es contundente y atraviesa todo el contenido de la obra.

[22]             El Nº 27 publica ”Una lógica de la negación para comprender a América (resumen)”. Donde sostiene que “la pretensión occidental... de encontrar una ciencia universal es falsa. En vez de ciencia se puede hablar apenas de una actitud metódica. Además como el existir es básico, lo único universal es el existir mismo. Esto, por su parte hace que el trabajo social no pueda en América ser una actividad respaldada por el conocimiento científico. Ciencia supone un enfrentar el objeto a partir del sujeto de acuerdo con una lógica de afirmación. Pero en los fenómenos sociales no intervienen objetos sino sujetos. No son cosas lo que tengo delante, sino algo que tiene existencia. De ahí que lo que cabe al trabajo social es, ya no el conocimiento desde una lógica de la afirmación, sino la comprensión que sólo se logra por una lógica de la negación. (...) Esto lleva a una seria duda sobre la posibilidad en general del trabajo social. Se trabaja en general sobre algo y no hay un algo en lo social, como dijimos, sino sujetos que existen. Es más, si transformamos el conocer en comprender todo cambia. Cuando se comprende se sacrifica todo respaldo científico. Comprender supone sacrificar al sujeto que comprende, e implica ser absorbido o condicionado por el sujeto comprendido o sea de su ser posible. Comprender la existencia de un sujeto es captar el mecanismo central de todo existir, cuya finalidad fundamental es su posibilidad de ser en el propio horizonte cultural. (1973: 69) Las reflexiones de Kusch, en torno a la “acción cultural” resultan instigantes para este grupo de profesionales que inician un diálogo, indirecto con la dialéctica idealista, alzando una nueva dimensión en su comprensión de la realidad y de la profesión que rechaza casi en condición de igualdad referenciales positivistas y marxistas al considerarlos obsoletos representantes de la cultura occidental que no dan cuenta de la “comprensión” de las manifestaciones fenoménicas culturales de los pueblos, ahora catalogados como “indo americanos” y cuya liberación, no debe ser entendida a partir de los parámetros occidentales.
                Si bien se evidencia una búsqueda de nuevos rumbos las nuevas fundamentaciones siguen la lógica de la postura más existencialista, ahora a partir de la dimensión cultural que para a ser central en la lógica de este grupo y específicamente avanzan en esta discusión al cuestionar la propia educación como herramienta de colonización cultural y al servicio de la reproducción del sistema.

[23]             Norberto Alayón, fue candidato a Gobernador de la Provincia de Misiones, por el FIP (Frente de Izquierda Popular) en las elecciones provinciales del 13 de abril de 1975.

[24]             Sólo mencionamos aquí aquellos colegas que fueron centrales en nuestro estudio, pero según algunos registros superan los 60 el número de colegas desaparecidos y/o asesinados por la Dictadura Militar. Sin contar los innumerables casos de trabajadores sociales que debieron exiliarse y que estuvieron detenidos ilegalmente.